En la sección de este blog en la que quien les escribe hace una
pequeña semblanza de sí mismo (Acerca de), una frase encabeza un pequeño texto de
presentación: "Las cosas podían haber sucedido de cualquier manera y, sin
embargo, sucedieron así". La brillante frase que Miguel Delibes plasmara para la posteridad como recordada apertura de su novela 'El Camino' sirve tanto para un roto como
para un descosido. Para una explicación vital y para una despedida. Resulta aplicable tanto a la circunstancia más
significativamente positiva como al golpe de mano que desvíe la atención hacia
derroteros no tan favorables.
No nos engañemos. Si existen aspectos que no han funcionado o no funcionan en el atletismo, una de las razones esenciales es esa pérdida de credibilidad y esa disgregación. Hay muchas otras, desde luego. Pero tengo el firme convencimiento de que esta es una de las principales. Hay ocasiones en las que se hacen lecturas que parecen de ciencia-ficción. "¿Nadie se ha dado cuenta de esto?". Yo mismo, como aficionado, me he hecho esta pregunta en demasiadas ocasiones. Y no hablo ya sólo de la lacra del dopaje, sino de muchos más problemas (visibilidad, alcance, publicidad, atracción...). Por ello, si no existen, por un lado una educación constante, evolucionada y firme, y por otro una actitud e intención que aúnen al colectivo, el problema no se superará nunca. Es mejor asumirlo que lamentarse. Hubo un tiempo en el que confié en la idea del sí, de que se podría progresar. Hoy, lo dudo como nunca lo había hecho hasta ahora. Adivino que no existe, en muchas incógnitas de esta ecuación, ni la actitud ni el talante adecuados. Esto es mera opinión, e incentivo para el escéptico. Pero, a decir verdad, y muy a mi pesar, es lo que he visto y es lo que veo. Y esta es otra de las razones por las que el desgaste acumulado me ha hecho decir "hasta luego".
Separando el grano de la paja, y entrando ya en materia,
quiero contarles, amigos y amigas, que estas serán las últimas líneas que se escriban
en este blog. Al menos, momentáneamente. Al menos, durante un período de tiempo que, hoy por hoy, soy
incapaz de determinar. Por consiguiente, este es mi particular "hasta luego". Todo en la vida tiene su
comienzo, con su ilusión, sus expectativas, sus ganas, su trabajo y sus
maneras.
E, inevitablemente, tras su cierto o incierto desarrollo, todo comienzo tiene su final. Y este es el final de este blog y de lo que le rodea.
E, inevitablemente, tras su cierto o incierto desarrollo, todo comienzo tiene su final. Y este es el final de este blog y de lo que le rodea.
Cuando, a finales de la primavera del año 2013, esta
bitácora inauguró sus páginas, se me antojaba realmente imposible llegar hasta
donde he conseguido llegar con ellas. Era, a decir verdad, totalmente
inimaginable. Lo que
nació como pequeño proyecto de unión entre la pasión por el atletismo y la pasión
por la escritura acabó por convertirse en un arduo trabajo que me llevó a hipotecar demasiadas horas diarias –y recursos– en un
empeño que, si bien me brindó satisfacciones que jamás hubiera alcanzado a
imaginar, también me procuró un desgaste que, con el paso del tiempo, no he conseguido resistir. Un precio que tuve a bien pagar, y que liquidé con gusto mientras esa
resistencia que brinda la ilusión me lo permitió. Soy de la opinión de que embarcarse en una aventura debe llevar, inevitablemente, a vivirla al cien por cien. O, por qué no, más allá de ese límite, si la circunstancia lo hace posible. Y, ahora mismo, no puedo dedicarle ese cien por cien (o más) que debería o quisiera. Ha llegado el día en el que comprendo que todo lo que hice lo hice
encantado, pero que, tras un pequeño impasse entendido como período de reflexión lógico e inevitable en las últimas semanas, afronto el hecho de que ya he reunido el valor para plasmarlo, negro sobre blanco. Es hora de decir "hasta luego".
Una de las razones por las que este trabajo llega a su fin
es, para mi entendimiento, meridianamente simple: ya existen medios que realizan este trabajo con mejores resultados y más amplios recursos que este blog. Yo soy incapaz a día de hoy de garantizar lo que considero debería ser un trabajo riguroso, completo, serio, elaborado y constante. Existen medios con mayor alcance y capacidad, con los que nunca pretendí competir, pero que absorben una parte excesiva de los objetivos a los que este blog podría llegar a aspirar. Para continuar con un nivel suficiente, ese trabajo debería ser, como dije, constante (y, por tanto, muy elaborado) y de calidad, aspectos que, hoy por hoy, no soy capaz de garantizar por multitud de razones, algunas explicadas más adelante en este artículo. Albergo la completa seguridad de que todos los medios que cubren con cariño y atención el atletismo de hoy se encargarán de ofrecer al aficionado aquello que demanda, como ya lo han hecho hasta ahora. No tengo ninguna duda, y confío en que así será.
Al margen, no podemos ni debemos obviar que, en este mundo en el
que nos movemos –con menor o mayor acierto, todo hay que decirlo–, la
información objetiva, rigurosa y precisa ha dado paso a otros pormenores. Las redes
sociales, pese a su infinita capacidad para informar y publicitar, han
convertido esa información, en muchos casos, en simiente perfecto para la
ausencia de rigor, el descrédito, la bajeza, el anti-puritanismo (bien
entendido) y la falta de veracidad (o, al menos, de precisión). Todo ello, reflejo indiscutible, por otra parte, de
la compleja sociedad en la que vivimos. No es difícil comprobar cada punto
mencionado dándose una vuelta rápida, por ejemplo, por un océano de contenidos yermo de algunas aptitudes y saturado de otras como es Twitter. En esa jungla, a veces genial y a veces cicatera, la
desinformación y la opinión arbitraria –cuando no irrespetuosa, irreflexiva o
imprudente– alcanzan cuotas complicadas de narrar aquí de manera que se entienda fidedigna. Nada que usted,
querido/a lector/a, no domine y conozca a estas alturas, por otra parte. Por ello, considero
que el camino debe detenerse, al menos momentáneamente, en este punto.
Por fortuna, y como escribí un par de párrafos más arriba, ya existen maravillosos y activos medios, sensacionales páginas web, lustrosos e instruidos
blogs y magníficas cuentas personales en redes sociales que dotan al atletismo de una ración
más que necesaria de información veraz, noticias y publicidad suficiente como
para que todo aficionado/a con un mínimo criterio sea capaz de mantener su interés y su cuota
de atletismo siempre que así lo desee. No les engaño si les digo que yo mismo estaré pendiente de muchas de ellas
para continuar desarrollando y cultivando con cariño mi pasión por este deporte.
No obstante, no olvido la existencia (aunque quisiera), tan dañina en la
mayoría de ocasiones, de otros "no tan medios" (y disculpen el tono irónico, a la par que directo) productos de una pseudo-mercadotecnia
efectista, que juegan, consciente o inconscientemente, al peligroso juego que
ofrece toda esa desinformación. La apropiación y copia desconsiderada y descarada de contenidos,
la ausencia de menciones, la comisión permanente de errores e inexactitudes o la
inexistencia de precisión son la tónica en el entorno de un deporte que se nutre,
en esencia, de la exactitud y el rigor, así como de una sociedad en la que, paradójicamente, cada vez gozamos de mayor posibilidad para contrastar y aumentar con solidez nuestros conocimientos. Lo lógico vendría a ser que se fomentara un estatus de antipatía
más que de seducción ante ciertas farsas, pero la evidencia demuestra, triste y precisamente, lo contrario. Es
el público quien lo elige, y en esos términos (que darían de sobra para un ensayo propio) hay poco que decir. Ante un panorama que rechazo profundamente, esta es otra
de las razones por las que quien les escribe prefiere decir "hasta luego".
Por otra parte, y con el peligro que siempre tengo –soy consciente– de irme
por las ramas en interminables reflexiones, me gustaría incidir en una cuestión
de base. Cuando un/a atleta que ha abanderado una época, que ha conseguido
todos los logros posibles y que se ha convertido en el estandarte de
una generación, emprende su lógica marcha, la pena
que puede invadirnos a los/as aficionados/as debe terminar por racionalizarse
hasta un punto muy concreto de acción: el atletismo siempre continúa… y siempre
continuará. 'The Show Must Go On', como acertadamente escribió en su día el
genio Mercury. Pase lo que pase y caiga quien caiga. ¿Cuántas veces habremos escuchado o leído, tras la finalización de unos Juegos Olímpicos, o unos Campeonatos Mundiales o Europeos, aquello de "¡qué pena, que se ha acabado el atletismo!"? Y, por si fuera poco, con esa ingenuidad revestida de desamparo, como el final de aquellos veranos en plena adolescencia. Pues confieso que, en ocasiones, tengo la
sensación de que ni siquiera el propio iniciado comprende que la existencia del
atletismo como tal se fundamenta en constantes ciclos, inevitables giros e incesantes
novedades, y que el epicentro de todos ellos son los/as atletas. No uno/a en
concreto, sino un colectivo. Ellos y ellas. Todos ellos y todas ellas. Y, de
recibo, sus entrenadores/as, claro, a quienes jamás hay que olvidar ni dar de lado,
aspecto que repito siempre que puedo y la memoria no me traiciona. Siempre habrá
atletas y entrenadores/as. Ocurra lo que ocurra. Y todo continuará. Tras una gran competición, cuando parece que el tiempo se detiene y el atletismo se esconde en un cajón hasta la siguiente, ese mismo tiempo nos alecciona, y nos recuerda que, al día siguiente, volverá a salir el sol. Y volveremos a disfrutar de más atletismo, en una rueda que jamás deja de girar. Porque, no lo olvidemos nunca,
el valor principal del atletismo es el propio atletismo. Aplico esta reflexión,
modestamente –y en un paralelismo muy atrevido– a esta despedida. Y, ¿por qué digo todo esto? Lo primero, porque
creía necesario dejar clara mi opinión sobre una pequeña rama de un deporte que es tan inmenso que
sólo podrá acabar siendo devorado por sí mismo. Y lo segundo, por una idea sobre la que pivotan muchas otras, que en mi
opinión es muy sencilla –siempre que quiera entenderse–, pero que, creo, no se encara con determinación: ojalá llegue el día en
el que, ante ese tenaz bombardeo a la línea de flotación de la credibilidad del
atletismo que lleva años representando el infame parásito que es el dopaje, existiera
esa asociación genérica entre atletas que, per se, representa –o debiera, al
menos, representar– el atletismo. Era complicado dejar pasar la ocasión sin mencionar, al menos de manera breve y concisa, este siempre caótico y desagradable enredo. Si no llegamos al punto (que ahora ya dudo
que llegue jamás) en el que la unión del colectivo frente al obstáculo sea
completa y sin fisuras, el contagio continuará avanzando hacia el centro
neurálgico, y la epidemia se propagará sin frenos, infectando sin remedio los
valores de un deporte que se ve aprisionado y, en consecuencia, sin ninguna capacidad
de reacción ante el contratiempo.
No nos engañemos. Si existen aspectos que no han funcionado o no funcionan en el atletismo, una de las razones esenciales es esa pérdida de credibilidad y esa disgregación. Hay muchas otras, desde luego. Pero tengo el firme convencimiento de que esta es una de las principales. Hay ocasiones en las que se hacen lecturas que parecen de ciencia-ficción. "¿Nadie se ha dado cuenta de esto?". Yo mismo, como aficionado, me he hecho esta pregunta en demasiadas ocasiones. Y no hablo ya sólo de la lacra del dopaje, sino de muchos más problemas (visibilidad, alcance, publicidad, atracción...). Por ello, si no existen, por un lado una educación constante, evolucionada y firme, y por otro una actitud e intención que aúnen al colectivo, el problema no se superará nunca. Es mejor asumirlo que lamentarse. Hubo un tiempo en el que confié en la idea del sí, de que se podría progresar. Hoy, lo dudo como nunca lo había hecho hasta ahora. Adivino que no existe, en muchas incógnitas de esta ecuación, ni la actitud ni el talante adecuados. Esto es mera opinión, e incentivo para el escéptico. Pero, a decir verdad, y muy a mi pesar, es lo que he visto y es lo que veo. Y esta es otra de las razones por las que el desgaste acumulado me ha hecho decir "hasta luego".
Procuraré ser menos pesimista, y continuar con el recorrido por lo que realmente merece y ha merecido la pena de todo este camino. A través de las cientos de páginas escritas, de los miles de datos recopilados y compartidos,
de la incontable interacción social, de las felicitaciones y recordatorios de cumpleaños y efemérides, de los homenajes, de la colaboración para que el deporte pudiese ser visto y seguido, y, en general, de todo el trabajo que he podido realizar en estos más de
cinco años, la vida ha decidido que me topara con personas de una infinita
bondad y amabilidad. Desde estas líneas no puedo sino expresaros a todos/as el mayor de
los afectos. Quienes apostásteis por mi trabajo sin pedir nada más a cambio.
Quienes me empujásteis hacia el valor de hacer o no hacer, de apostar o no
apostar. Quienes fuisteis, en un momento dado, mi faro. Quienes habéis depositado confianza ciega en mi mejor o peor hacer. Quienes
habéis creído en mí y fuisteis, además, testigos de ese pequeño crecimiento...
gracias. Gracias por todo. Gracias de corazón.
De igual manera, no puedo dejar pasar estas líneas para
pediros disculpas. Quizá me faltó rigor en ocasiones. Quizá me faltó capacidad de entendimiento en otras. Os prometo que siempre intenté actuar desde el mayor de
los respetos, desde la mayor cordura que pude reflejar, desde la coherencia, la
lógica y la sensatez. Y, sobre todo, desde la educación. Nunca pretendí ofender
(aunque en algunas ocasiones fuera ofendido o insultado). Y si lo hice, lo
siento profundamente. No fue jamás mi intención. Espero que me disculpéis, además, por todos los
errores e imprecisiones que cometí durante el camino. Me han servido para mejorar como persona y para continuar
avanzando, aprendiendo y madurando en mi trayectoria vital.
Retomo el apartado del agradecimiento más directo. Gracias a atletas y entrenadores/as por hacerme disfrutar tanto y por tenerme en
cuenta. Gracias a organizaciones de eventos y carreras por facilitar toda
esa información que yo intentaba recopilar. Gracias a compañeros/as de
los medios de comunicación y de la prensa, por considerarme uno más sin solicitar
crédito, encontrándome en las antípodas de su profesionalismo y profesionalidad. Y gracias a todos/as
los/as amantes de este universo llamado atletismo. Por prestar vuestra ayuda
desinteresada, por apoyar, por facilitar las cosas, por comprender, por
preguntar, por enfrascaros en esta batalla y por preocuparos de mantenerla a
flote. Os valoro enormemente. Y os doy las gracias con inmenso cariño.
Gracias a las webs y revistas que, en algún momento,
quisieron entrelazar sus caminos con el mío. Gracias a esos/as compañeros/as
que depositaron en mí su confianza. Gracias a los organismos que me acogieron
como uno más, en especial a la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo
(de la que continuaré siendo miembro) y a la Real Federación Española de
Atletismo (con quien sigo colaborando en la actualidad y seguiré colaborando con presteza si se me requiere).
Gracias a quienes, en algún momento, estimaron pertinente ayudar a este blog
mediante una donación. Os estoy tan agradecido que me cuesta mucho expresarlo con palabras. Como
inciso, matizaré que, por mi trayectoria personal, una gran parte del tiempo
que dediqué a este blog lo hice mientras me encontraba sin actividad laboral alguna que ejercer ni, en consecuencia, ingresos económicos que percibir. El blog, además,
nunca representó para mí una fuente de remuneración como tal, más allá de lo
que supusieran trabajos puntuales con otros medios (pocas veces recompensados),
y un puñado de altruistas donaciones en este último año y medio (mil gracias, de nuevo, a quienes lo considerásteis oportuno). Desconozco si es que la realidad se encargó de mostrarme que no era posible mantener un blog de atletismo como si de un trabajo se tratara, o que, simplemente, yo no supe llevarlo a cabo para conseguirlo. Quiero creer que fue más lo segundo. Los recursos empleados e
invertidos en el blog durante este período multiplican con mucho los ingresos
que en algún momento pudiera obtener. Comparto estas reflexiones sin amargura, pero con el deseo de que quede constancia por escrito de ellas. Por cada lectura de un artículo, por cada visita a este rincón por cualquier razón imaginable (un millón trescientas mil, cuando escribo estas líneas) y por cada persona que haya podido disfrutar de una competición atlética gracias a este blog, mi satisfacción personal ha superado con creces cualquier obligación, cargo, cansancio o desilusión. Eso por descontado.
Quisiera destacar igualmente que, pese a
utilizar en ocasiones, por aquello de la teatralidad, el plural mayestático, este blog (y sus redes sociales) ha sido creado, dirigido, editado, actualizado y representado en todo
momento por una sola persona, que es quien les escribe y quien firma esta carta de despedida.
Continúo tras los incisos. Por proximidad y cantidad, gracias a los/as expertos/as tuiteros/as
con los/as que tanto he interactuado, que han hecho de mi aventura con este
blog un viaje inolvidable, lleno de momentos estupendos y de charlas
enriquecedoras (a veces en redes sociales, a veces incluso telefónicamente). Gracias
por vuestra sabiduría, por vuestro cariño y por vuestra consideración. Os aprecio y admiro profundamente, aunque a muchísimos/as no haya podido
conoceros siquiera en persona. Ojalá pueda hacerlo más pronto que tarde.
A pesar de tratarse de una despedida, el blog continuará en
la red. Al menos de momento, permanecerá abierto, en especial para evitar la
pérdida en Internet de un contenido que, quizá, pudiera ser de utilidad
para alguien en cualquier momento que lo necesite. Es la magia de la red de redes. No habrá actividad, eso sí, salvo
actualizaciones puntuales de artículos ya publicados que considero merece la
pena conservar. Yo continuaré con las mismas labores de recopilación de datos y
estadística, aunque de manera anónima y personal, pero no habrá nuevas
publicaciones en esta bitácora. Asimismo, las redes sociales (Twitter y Facebook), aunque
tampoco tendrán actividad, permanecerán abiertas. Quien desee contactar, por el
motivo que sea, puede hacerlo por el medio que considere más conveniente (contacto del blog o las mencionadas redes sociales). Responderé a la mayor brevedad que me sea posible.
Mientras tanto, y pese a que, tras mucho meditarlo, considero que mi trabajo en el blog ha
finalizado como tal, nos veremos en el tartán, los crosses o el asfalto. No es
un "adiós", porque nunca uno sabe lo que la vida le puede deparar. Prefiero zanjarlo
con un "hasta luego", ya que, además, implícitamente, seguiré por aquí. No estaré lejos. "Estaré aquí mismo", como plasmó con magistral emotividad uno de los más bellos finales de la historia del cine. Continuaré detrás del
telón, disfrutando del atletismo como siempre lo he hecho, informándome, recopilando, viendo y escuchando, analizando, aprendiendo y disfrutando. Desde luego, el futuro
está abierto para todo. Y también lo está para que SoyCobarde.com un día vuelva, quizá como durante estos últimos cinco años, o quizá de otra
manera.
Con el mayor de los cariños y de los agradecimientos,
y con el mejor de los deseos, sigamos hablando de atletismo. Gracias, infinitas gracias, desde lo más profundo de mi corazón. "Hasta luego".
Chema Barberarena.
Estimado amigo Chema, lamento, aunque comprendo, que hayas tomado esta decisión. En tu caso, el blog que ofreces es muy laborioso para una sola persona. Nos seguiremos leyendo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu labor, aportaciones, sentido común, educación y por la pasión aportada en cada una de tus líneas. Es una lástima que no sigas peleando en este planeta del atletismo pero tu decisión es tuya y solo tuya. Todos te echaremos en falta. Espero que sea solo un 'Hasta luego'. Si deseas cualquier cosa ya sabes donde estoy. Un saludo.
ResponderEliminarMe entristece especialmente leer tu despedida, Chema. Entiendo las razones pero espero tu regreso algún día, sea en la forma que sea. Yo también, como dice Antxon dice más arriba, te echaré (te echaremos) de menos. Un abrazo.
ResponderEliminarNunca te hice un comentario pero, en tu despedida, qué menos que darte las gracias por todos los ratos tan maravillosos que me has hecho pasar. Soy un veterano enamorado del atletismo y no hace falta que te diga que no somos demasiados y encontrarte fue una bendición. Evidentemente tienes tus razones y estás en tu derecho, pero, aunque no nos conozcamos, permíteme que te diga que me entristece enormemente tu decisión. Te deseo lo mejor. Hasta siempre y, reitero, muchísimas gracias.
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