Se disputó la primera batalla. Y si buena parte del mundo atlético se mostraba ilusionado y esperanzado ante lo que podía ser un primer 'round' en toda regla, la situación se encargó, por si sola, de evidenciar una realidad que es bastante más remota de lo que parece ante esa hipotética e idílica circunstancia.
Tras haber ilusionado ambos en su estreno maratoniano en esta primavera de 2014, Kenenisa Bekele y Wilson Kipsang se enfrentaban este pasado domingo, 18 de mayo, en el que era su primer cara a cara. Las calles de Manchester presagiaban una contienda ignota, pero no por ello inescrutable.
Tras haber ilusionado ambos en su estreno maratoniano en esta primavera de 2014, Kenenisa Bekele y Wilson Kipsang se enfrentaban este pasado domingo, 18 de mayo, en el que era su primer cara a cara. Las calles de Manchester presagiaban una contienda ignota, pero no por ello inescrutable.
La previa arrojaba varios puntos candentes para intentar entender un duelo que se proyecta mucho más allá en el tiempo de lo unos simples diez kilómetros en ruta pueden desvelar. Tras el debut en los 42.195 metros de un crossista y pistero empedernido como el etíope, el hecho de que nunca se hubiera prodigado en la ruta más allá de algún tímido escarceo no ha supuesto ni de lejos un lastre en su más ambiciosa pretensión. De hecho, su 27:47 de Dublín '12 ni se acerca a los más laureados registros históricos de la distancia en asfalto. Así como su 26:17.53 de Bruselas, allá por 2005, continúa reinando como descomunal barrera para cualquier fondista que ose siquiera atacar esos tiempos sobre el tartán, la ruta nunca nos ha mostrado el imperialismo de un atleta que nos ha acostumbrado tanto a dominar a base de éxitos y ostentaciones de talento, que cualquier descenso, por raquítico que sea, en su peregrinar, ya nos llena de perplejidad.
El definitivo pase al asfalto de Bekele (pese a que él siga insistiendo en que su mayor ambición y objetivo sea derribar sus récords de 5.000m y 10.000m en pista, empresa que se antoja más cercana al orgullo del campeón que a una posibilidad factible) acredita el cambio de mentalidad de un atleta que ha comprendido que la exigencia física del trabajo sobre el tartán se ha convertido en un escollo demasiado excelso para su ya de por sí torturado tren inferior (aunque su último año nos demuestre lo contrario).
Sus últimos tres años de trayectoria han sido un errático periplo por la silenciosa tortura de los sempiternos conflictos físicos que un atleta que coquetea con la treintena suele tener que abordar. Tal hecho, unido a su especialísima mecánica, su tremendo desgaste y su generosa zancada ("la zancada"), influyó, indudablemente, en la decisión de buscar un giro copernicano a esa espiral de malas vibraciones. La ruta era el paso obvio. Sin embargo, las dudas existían, precisamente por las peculiaridades del genio de Bekoji. Sin tener la capacidad para entrar a valorar lo que supone para cada cuerpo un mayor o menor desgaste, el concepto fondístico conocido como 'economía de carrera' no presenta precisamente en Bekele su mayor o mejor exponente. Una prueba de idiosincrasia singular como el maratón no siempre acepta entre sus filas a talentos descomunales. No sólo es cuestión de abogar por un cambio de terreno, sin replantear la propuesta desde la propia raíz. He aquí que la necesidad de enfocar el nuevo trayecto desde una perspectiva distinta lleve, muchas veces, a causar en el atleta un trasfondo de duda y de relativa pérdida de identidad. No son pocos los casos de grandes fondistas cuyas trayectorias se han diluido como azucarillos en el café al abordar el cambio hacia la distancia de Filípides sin el tan necesario "cambio de concepto".
Pero, incluso para esto, Kenenisa ha representado un ejemplo especial. La Ciudad de la Luz era el 6 de abril declarante de la afrenta etíope hacia la complejidad antes expuesta. Así como un gigante de la envergadura de Gebrselassie, por seguir con la perenne comparación, sucumbió levemente ante sus primeras tentativas maratonianas, viéndose obligado a reconsiderar desde la base su alegre mecánica, tornando hacia un correr más efectivo que efectista, Bekele no ha experimentado una mutación especialmente significativa en estas lides. No distinguimos una transformación de su correr en las calles de París. Ni un cambio elocuente en su fisonomía, que sigue presentando la misma robustez inferior de antaño (contrariamente al prototipo de maratoniano imperante en la actualidad). Tal es la amplitud de su talento, que ni siquiera el muro más alto, atléticamente hablando, ha sido capaz de doblegar sus peculiaridades.
Y al hilo de lo comentado al principio, la BUPA Great Manchester Run, que enfrentaba al propio Bekele con todo un recórdman mundial de maratón, gigantesco adalid de la distancia en los últimos tres años, se saldaba con un combate que, como esperábamos, no reveló absolutamente ninguna señal de lo que un hipotético enfrentamiento maratoniano pudiera ofrecernos en un futuro más o menos cercano.
Wilson Kipsang ofrece esa característica sensación de tranquilidad en la presentación, a escasos segundos del disparo. Esa mezcla de indiferencia, despreocupación, serenidad.
Su hipnótica sonrisa se encarga de mitigar la más afanosa de las coyunturas. Pero, al mismo tiempo, parece delatar que todo está bajo control. Que vamos a asistir a un auténtico espectáculo.
Bekele es otra cosa. Es otro tipo de sonrisa. "La sonrisa del jugón", que diría el recordado Andrés Montes. Mirando con altivez, casi con soberbia en ocasiones, pero con esa armonía de bendición y admiración despertada. Sin aspectos negativos. Pulgares arriba, índices hacia el cielo, vistazo cómplice a la cámara, guiño incluido, gesto de confirmación.
Ambos están en otra dimensión. Han trascendido. No sólo a nivel de medios de comunicación, espectadores o sponsors. Parecen estar en otro plano de la realidad. Lejos de lo terrenal. En un limbo de intérpretes legendarios.
De la carrera propiamente dicha, disimulado leitmotiv del debate, poco que contar. Ritmo de machaque, ciertamente irregular, pero rápido, con el sudafricano Stephen Mokoka en labores de 'liebre'. Tras ir el grupo perdiendo unidades paulatinamente, (Lamdassem, McCormick, Javi Guerra...) los dos monstruos llegaban ya sólos al kilómetro final, tras haber cedido Mokoka en torno al séptimo punto kilométrico. Bekele buscando con la mirada repetidamente a Kipsang, el keniano a la expectativa. Hasta que aparecía ese cambio de ritmo bestial, súbito, tan característico, a falta de poco menos de 500 metros, para llegar con cómoda ventaja a la cinta.
Tras observar el tan admirado aumento de frecuencia de zancada de Bekele, nos preguntamos, con nostalgia e incredulidad, si será capaz de afrontar una penúltima tentativa hacia sus plusmarcas en pista. La realidad de estos últimos años no es halagüena con dicha posibilidad, pero el propio Bekele clarificaba en meta, tras el 28:23 que le otorgaba la incontestable victoria, que su objetivo canicular es el retorno al tartán: "La marca es discreta, hacía mucho viento. Pero estoy muy contento, porque he recuperado muy bien tras el maratón, y disfruté mucho la carrera. Ahora, el objetivo es la pista. Quiero intentarlo de nuevo en el 10.000m, y necesito estar rápido para ello". Sea como sea, una afirmación de tal calibre, viniendo de quien viene, merece ser más que tenida en cuenta. Respetada, como mínimo. "En cuanto al maratón... contra Wilson, tal vez el año que viene".
¿Descarta la posibilidad, por tanto, de disputar un maratón en otoño? ¿O se refiere exclusivamente a que un 'tú a tú' con Kipsang en la larga distancia no se producirá ya en este 2014?
Por su parte, Wilson se mostraba manso y flemático, tras no haber podido hacer más por la causa. 28:28, a cinco segundos de Bekele. Como si no fuera con él. "Mi distancia es el maratón, lo prefiero. Pero aún así, estoy muy contento. Fue una buena carrera para mi, Kenenisa es mucho más fuerte en 10k. Al decidirse al sprint, no fui capaz de seguir su ritmo". Igualmente, se mostró muy receptivo a la posibilidad del duelo en maratón. Su rostro y su expresión corporal reflejaban tranquilidad (como suele ser habitual). Hasta cierto punto, como si no hubiera deseado someterse al estrés de conflictos de intereses innecesarios, y supiera que estos pasos sólo son los lógicos para continuar hacia su verdadera meta, que debe ser atacar su propio récord mundial de maratón. Tiene capacidad sobrada para conseguirlo. Para él, un 10k no puede ser sino motivo de alegría económica y publicitaria, pero nunca reválida deportiva. Se sabía preso en un territorio hostil, en el que no tenía gran cosa que ganar, pero tampoco que perder, especialmente en lo que a la distancia se refiere. Era consciente de que podía ser nocivo enredarse en una disputa de la que podía salir obviamente perjudicado. Para reafirmar la situación, dejó claro que tampoco es que pudiera con el último cambio de su rival.
Ya lo habíamos avisado en la previa, buscando la discreción de quien no quiere inmiscuirse en terrenos pantanosos. Enfrentamiento de descomunal calibre, pero en un claro momento de impasse en la temporada, con objetivos y formas de actuar muy alejadas, tiempos de recuperación distintos, y panoramas, al menos de momento, bastante divergentes.
Pese al objetivo más inmediato de Bekele, sus destinos van, inevitablemente, unidos. El maratón dictará sentencia, y la carrera por su dominio ya ha comenzado.
Quizá en otoño. Quizá, ya, en 2015. Queremos pensar que en los Juegos Olímpicos de 2016 como acto final glorioso de una épica cruzada. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Pero una cosa tenemos muy clara: observar las grandiosas figuras de semejantes bestias, cabalgando juntas a través de una interminable recta de asfalto, eriza el el sentimiento atlético a cualquiera. Y la más bella de las historias alrededor de estas dos figuras, cuyo futuro debe encontrarse de forma inevitable, está aún por contarse. Habrá que trabajar la paciencia. Pero será complicado soportarlo.
La carrera completa, aquí.
El definitivo pase al asfalto de Bekele (pese a que él siga insistiendo en que su mayor ambición y objetivo sea derribar sus récords de 5.000m y 10.000m en pista, empresa que se antoja más cercana al orgullo del campeón que a una posibilidad factible) acredita el cambio de mentalidad de un atleta que ha comprendido que la exigencia física del trabajo sobre el tartán se ha convertido en un escollo demasiado excelso para su ya de por sí torturado tren inferior (aunque su último año nos demuestre lo contrario).
Sus últimos tres años de trayectoria han sido un errático periplo por la silenciosa tortura de los sempiternos conflictos físicos que un atleta que coquetea con la treintena suele tener que abordar. Tal hecho, unido a su especialísima mecánica, su tremendo desgaste y su generosa zancada ("la zancada"), influyó, indudablemente, en la decisión de buscar un giro copernicano a esa espiral de malas vibraciones. La ruta era el paso obvio. Sin embargo, las dudas existían, precisamente por las peculiaridades del genio de Bekoji. Sin tener la capacidad para entrar a valorar lo que supone para cada cuerpo un mayor o menor desgaste, el concepto fondístico conocido como 'economía de carrera' no presenta precisamente en Bekele su mayor o mejor exponente. Una prueba de idiosincrasia singular como el maratón no siempre acepta entre sus filas a talentos descomunales. No sólo es cuestión de abogar por un cambio de terreno, sin replantear la propuesta desde la propia raíz. He aquí que la necesidad de enfocar el nuevo trayecto desde una perspectiva distinta lleve, muchas veces, a causar en el atleta un trasfondo de duda y de relativa pérdida de identidad. No son pocos los casos de grandes fondistas cuyas trayectorias se han diluido como azucarillos en el café al abordar el cambio hacia la distancia de Filípides sin el tan necesario "cambio de concepto".
Pero, incluso para esto, Kenenisa ha representado un ejemplo especial. La Ciudad de la Luz era el 6 de abril declarante de la afrenta etíope hacia la complejidad antes expuesta. Así como un gigante de la envergadura de Gebrselassie, por seguir con la perenne comparación, sucumbió levemente ante sus primeras tentativas maratonianas, viéndose obligado a reconsiderar desde la base su alegre mecánica, tornando hacia un correr más efectivo que efectista, Bekele no ha experimentado una mutación especialmente significativa en estas lides. No distinguimos una transformación de su correr en las calles de París. Ni un cambio elocuente en su fisonomía, que sigue presentando la misma robustez inferior de antaño (contrariamente al prototipo de maratoniano imperante en la actualidad). Tal es la amplitud de su talento, que ni siquiera el muro más alto, atléticamente hablando, ha sido capaz de doblegar sus peculiaridades.
Y al hilo de lo comentado al principio, la BUPA Great Manchester Run, que enfrentaba al propio Bekele con todo un recórdman mundial de maratón, gigantesco adalid de la distancia en los últimos tres años, se saldaba con un combate que, como esperábamos, no reveló absolutamente ninguna señal de lo que un hipotético enfrentamiento maratoniano pudiera ofrecernos en un futuro más o menos cercano.
Wilson Kipsang ofrece esa característica sensación de tranquilidad en la presentación, a escasos segundos del disparo. Esa mezcla de indiferencia, despreocupación, serenidad.
Su hipnótica sonrisa se encarga de mitigar la más afanosa de las coyunturas. Pero, al mismo tiempo, parece delatar que todo está bajo control. Que vamos a asistir a un auténtico espectáculo.
Bekele es otra cosa. Es otro tipo de sonrisa. "La sonrisa del jugón", que diría el recordado Andrés Montes. Mirando con altivez, casi con soberbia en ocasiones, pero con esa armonía de bendición y admiración despertada. Sin aspectos negativos. Pulgares arriba, índices hacia el cielo, vistazo cómplice a la cámara, guiño incluido, gesto de confirmación.
Ambos están en otra dimensión. Han trascendido. No sólo a nivel de medios de comunicación, espectadores o sponsors. Parecen estar en otro plano de la realidad. Lejos de lo terrenal. En un limbo de intérpretes legendarios.
De la carrera propiamente dicha, disimulado leitmotiv del debate, poco que contar. Ritmo de machaque, ciertamente irregular, pero rápido, con el sudafricano Stephen Mokoka en labores de 'liebre'. Tras ir el grupo perdiendo unidades paulatinamente, (Lamdassem, McCormick, Javi Guerra...) los dos monstruos llegaban ya sólos al kilómetro final, tras haber cedido Mokoka en torno al séptimo punto kilométrico. Bekele buscando con la mirada repetidamente a Kipsang, el keniano a la expectativa. Hasta que aparecía ese cambio de ritmo bestial, súbito, tan característico, a falta de poco menos de 500 metros, para llegar con cómoda ventaja a la cinta.
Tras observar el tan admirado aumento de frecuencia de zancada de Bekele, nos preguntamos, con nostalgia e incredulidad, si será capaz de afrontar una penúltima tentativa hacia sus plusmarcas en pista. La realidad de estos últimos años no es halagüena con dicha posibilidad, pero el propio Bekele clarificaba en meta, tras el 28:23 que le otorgaba la incontestable victoria, que su objetivo canicular es el retorno al tartán: "La marca es discreta, hacía mucho viento. Pero estoy muy contento, porque he recuperado muy bien tras el maratón, y disfruté mucho la carrera. Ahora, el objetivo es la pista. Quiero intentarlo de nuevo en el 10.000m, y necesito estar rápido para ello". Sea como sea, una afirmación de tal calibre, viniendo de quien viene, merece ser más que tenida en cuenta. Respetada, como mínimo. "En cuanto al maratón... contra Wilson, tal vez el año que viene".
¿Descarta la posibilidad, por tanto, de disputar un maratón en otoño? ¿O se refiere exclusivamente a que un 'tú a tú' con Kipsang en la larga distancia no se producirá ya en este 2014?
Por su parte, Wilson se mostraba manso y flemático, tras no haber podido hacer más por la causa. 28:28, a cinco segundos de Bekele. Como si no fuera con él. "Mi distancia es el maratón, lo prefiero. Pero aún así, estoy muy contento. Fue una buena carrera para mi, Kenenisa es mucho más fuerte en 10k. Al decidirse al sprint, no fui capaz de seguir su ritmo". Igualmente, se mostró muy receptivo a la posibilidad del duelo en maratón. Su rostro y su expresión corporal reflejaban tranquilidad (como suele ser habitual). Hasta cierto punto, como si no hubiera deseado someterse al estrés de conflictos de intereses innecesarios, y supiera que estos pasos sólo son los lógicos para continuar hacia su verdadera meta, que debe ser atacar su propio récord mundial de maratón. Tiene capacidad sobrada para conseguirlo. Para él, un 10k no puede ser sino motivo de alegría económica y publicitaria, pero nunca reválida deportiva. Se sabía preso en un territorio hostil, en el que no tenía gran cosa que ganar, pero tampoco que perder, especialmente en lo que a la distancia se refiere. Era consciente de que podía ser nocivo enredarse en una disputa de la que podía salir obviamente perjudicado. Para reafirmar la situación, dejó claro que tampoco es que pudiera con el último cambio de su rival.
Ya lo habíamos avisado en la previa, buscando la discreción de quien no quiere inmiscuirse en terrenos pantanosos. Enfrentamiento de descomunal calibre, pero en un claro momento de impasse en la temporada, con objetivos y formas de actuar muy alejadas, tiempos de recuperación distintos, y panoramas, al menos de momento, bastante divergentes.
Pese al objetivo más inmediato de Bekele, sus destinos van, inevitablemente, unidos. El maratón dictará sentencia, y la carrera por su dominio ya ha comenzado.
Quizá en otoño. Quizá, ya, en 2015. Queremos pensar que en los Juegos Olímpicos de 2016 como acto final glorioso de una épica cruzada. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Pero una cosa tenemos muy clara: observar las grandiosas figuras de semejantes bestias, cabalgando juntas a través de una interminable recta de asfalto, eriza el el sentimiento atlético a cualquiera. Y la más bella de las historias alrededor de estas dos figuras, cuyo futuro debe encontrarse de forma inevitable, está aún por contarse. Habrá que trabajar la paciencia. Pero será complicado soportarlo.
La carrera completa, aquí.
Me parece a mi que Bekele tiene una pequeña espinita clavada y que quiere recuperar lo que es suyo, poner en su sitio a Mo Farah y luego ya intentar el más dificil todavía para retirarse con el record del mundo de maratón. Quizás no sea capaz de acercarse a esa barbaridad de 26:17, pero si de imponer en algunas competiciones su hegemonía para volver a ser el rey de la pista. Desde luego, la expectación será máxima ante este genio haga lo que haga, porque si el dice que puede como bien dices en el artículo es para creerle.
ResponderEliminarMuy bueno el artículo, un placer leerlo.
Tres años con problemas físicas merman la salud mental de cualquiera. Y más aún, de un hombre que lo ha sido todo en el atletismo mundial. Su orgullo de campeón no le va a permitir irse así como así.
EliminarEs muy posible. El año que viene hay Mundial, y si este año la jugada de preparar maratón primaveral, y dedicar el verano a la pista le sale relativamente bien, no me extrañaría que lo repitiese en 2015. Para 2016, los JJOO serán testigo, seguro, de su participación maratoniana.
Sea como sea, Kipsang tampoco se va a arrugar. Es el mejor maratoniano de siempre, constatado. Lo ha demostrado por activa y por pasiva, y sus resultados asustan. Sabía que Manchester no iba con él, y actuó de forma inteligente. Su as en la manga está en otra parte, no en este tipo de conflictos.
Muchas gracias Cap!! Saludos!!
Supongo que si en verano vuelve a la pista será en 10mil, porque en 5 hay demasiada competencia, gente muy rápida, como los jóvenes etiopes y sobre todo Farah. En 10mil es otra cosa. ¿Por qué vuelve? No sé si pretende atacar el record, muy dificil lo veo. Tal vez sí enfrentarse a Farah en las 25 vueltas a la pista y demostrarle quién es el mejor(nada me haría más feliz...). Sólo él sabe sus motivaciones. Lo que si tengo cada vez más claro es que Bekele batirá algún dia el record de maratón.
ResponderEliminarSobre Kipsang sólo decir que espero que dure unos cuantos años más en la élite y no nos deje prematuramente como Makau o Moses Mosop que está en horas bajas.
Por cierto, no he visto ningún enlace de la carrera. Si alguien lo encuentra que lo comparta aqui.
Un saludo.
Hola Carlos. Estoy de acuerdo. El 5.000m se presta a gente quizá algo más "fresca", como Alamirew y Gebrhiwet, Soi, o incluso Ndiku o Rupp, quién sabe. El WR en 10.000m... me parece imposible a día de hoy. Como dije, la posibilidad de que Bekele lo busque me parece remota, y quiero pensar que obedece más a un ataque de "orgullo de campeón" que a una posibilidad real. Sin embargo, sí que me parece posible que derrote a Farah. Tal vez sea una de las motivaciones que mueven al etíope.
EliminarEn cuanto al WR de maratón... estoy contigo. Creo que puede con él. Lo demostró en París. Pero también creo que Kipsang puede. Tengo la sensación de que una lucha conjunta, bien planificada y preparada, con lógica y sin excentridades (Londres dixit) puede llevarnos a una marca de otro mundo.
Hablando de Kipsang, está en otro ámbito respecto a Makau o Mosop. Es muy inteligente, sabe dar descanso a su cuerpo (quizá sea uno de los que mejor lo haga), y ha demostrado estar en un nivel superior.
No te preocupes. Estoy pendiente desde el mismo domingo. En cuanto lo consiga, lo enlazaré en el mismo artículo para poder disfrutarlo de nuevo.
Un saludo y gracias!!!
Post actualizado con el vídeo completo de la carrera!! ;-)
EliminarYo ya me imaginaba que Bekele muy probablemente ganaría esta carrera, ya que tiene mucho mas rodada este tipo de distancia que el keniata.
ResponderEliminarAl final su fuerte ritmo final ha sido suficiente para la victoria.
En maratón es evidente que Bekele en este momento es un punto inferior al recórdman mundial pero por eso mismo no se van a enfrentar aún.
Creo que sería absurdo enfrentarse sin que aún Bekele esté aclimatado 100% a la distancia y él mismo lo sabe.
Pero ummm en 2015 veremos si ese duelo se produce y no apostaría al ganador...
Saludos Chema
Era de esperar. Aunque no se pueden alzar nunca las campanas al vuelo (Kipsang tiene mejor marca que Bekele en 10k en ruta; si bien es cierto que el etíope se ha prodigado muy poco en esta distancia), ocurrió más o menos lo esperado.
EliminarEl "problema" viene de que el encuentro ha llegado en un momento extraño de la temporada, de descanso, de impasse. No hubo ningún tipo de confrontación, y como bien dices, Bekele, más aclimatado a la distancia, se lo llevó con cierta holgura.
Kipsang sabía que no era su momento, que no es su distancia, y que no era tiempo de entrar en una disputa que no llevaría a ninguna parte. Bekele aún tiene que encontrar los límites del maratón, y no dudo que lo intentará en el próximo. Veremos cuándo y dónde... pero no me extrañaría que su siguiente asalto a los 42.195 metros fuera ya en 2015. En cuanto al kenyano, voto por Berlín este otoño para atacar su plusmarca mundial.
Gracias por estar por aquí Harry!! Saludos amigo!!
Un placer comentar en tu blog Chema ;)
EliminarNo soy para nada un experto en las carreras de fondo, pero al llevar tantos años viendo atletismo y verme casi todo, pues algo se jeje.
Si, lo normal fue lo que ocurrió finalmente en esa carrera, Bekele ganando con cierta facilidad.
Me gustaria que Bekele hiciese otra maratón a finales de año y bueno es posible, ¿no? jeje
Lo que es seguro es que no se batirá aún con Kipsang, sabe que de momento tiene las de perder.
Saludos
Excelente el articulo. La próxima meta de Kipsang debe ser seguramente batir su propia marca, que lo veo muy probable ademas los alemanes son muy buenos programando una maratón para tal fin.
ResponderEliminarNo entiendo lo de Bekele, si quisiera batir su marca en 10.000 metros, cosa que me parece casi imposible, debería dedicarse de lleno a eso.
Hablar de correr una maratón en un tiempo de 2:02 es casi una falta de respeto, bajar solo unos segundos las actuales marcas requieren un trabajo extraordinario.
Nancy Boy, esa es su idea para este verano. Es muy posible que dicha afirmación sea fruto más de su propio orgullo que de una realidad posible o probable. Sin embargo, tratándose de semejante bestia histórica, no hay que ser del todo escéptico (aunque a mi también me parezca imposible).
EliminarUn saludo y gracias!!