Toca reflexión


El lunes hacíamos un extenso repaso de todo lo que pudimos ver durante el fin de semana, en lo que será uno de los acontecimientos atléticos de este 2014. El Mundial en Pista Cubierta de Sopot inscribía en la historia de los campeonatos mundiales a protagonistas que encumbran y reafirman sus ya extraordinarias carreras (G. Dibaba, Eaton, Fraser-Pryce, Aman, Aregawi, Adams, Whiting), a rostros no tan de primera línea que aprovecharon perfectamente su oportunidad para pronunciar un rotundo "aquí estamos, no os olvidéis de nosotros" (Barshim, Maslák, McCorory, Souleiman, Lesueur), o a sorpresas muy agradables que hacen del atletismo un deporte casi único en este sentido (Kilty, Ali, Osaghae, Ndiku).

El exhaustivo examen de todo lo que ocurría durante el fin de semana en la ciudad polaca ya lo realizamos el lunes (aquí, por si os lo perdísteis). Con lo que, inevitablemente, ahora tenemos que centrar nuestros sentidos en lo que nos toca más de cerca.
La situación del atletismo español, ya complicada de por sí, se ha visto reducida alarmantemente a la mínima expresión en Sopot. Y no por malas actuaciones, en general, de los nuestros, como bien comentaba el director técnico de la RFEA, Ramón Cid: "No se han cumplido las expectativas con las que fuimos, que eran una medalla y cuatro finalistas, pero es algo contradictorio, porque en el análisis individual no salen demasiados suspensos. A nivel global es cierto que no cumplimos las expectativas, pero no hubo cobardes ni piernas blandas".

No deja de tener razón. Entonces, ¿qué ocurrió?

El primero en entrar en acción (salvo Ruth Beitia, que conseguía por la vía rápida su clasificación para la final) era el lanzador de peso Borja Vivas. El malagueño realizó un concurso muy digno, clasificándose en 9º puesto total de 19 participantes. Era la primera vez que conseguía un lanzamiento superior a los 20 metros en una competición foránea (20.19m), pero que no era suficiente. Eso sí, no puede remarcarse con demasiado énfasis el hecho de que quedara fuera de la final por apenas 7 cms, cuando su mejor marca de la temporada es 20.51m. La percepción es que es un atleta que puede y debe dar más de sí.

En el 400m, el madrileño Marc Ujakpor partía en la quinta de cinco series, y la premisa pasaba por estar en sus marcas. Registro flojo (47.16) en una carrera en la que fue valiente, no se escondió y luchó con todo lo que tenía. Su tope está bastante más arriba. Aprobado justo, pero honorable.


Tras Vivas y Ujakpor, le llegaba el turno al catalán Adel Mechaal en la tercera y última serie del 1.500m. Ya lo habíamos hablado en la previa, y es que el nivel de esta prueba quedaba lejos de lo que Mechaal puede ofrecer por ahora. A un joven de 23 años, con 3:39.36 en pista cubierta (y 3:36.78 al aire libre) no se le puede exigir nada más que lo que hizo, es decir, darlo todo y buscar estar cerca de sus marcas. Lo consiguió. Demasiado nivel para él en una prueba sin claros favoritos, pero con muchos contendientes.

El 1.500m, una competición en la que España siempre ha destacado por su enorme nivel, navega ahora a la deriva. Habiendo sido potencia en la prueba reina del mediofondo, no nos engañemos: sólo Mechaal ha podido bajar este invierno en nuestro país de 3:40.

Poco después llegaba, posiblemente, la decepción más sonada, funesto presagio de lo que iba a deparar el resto del campeonato. Esta prueba contó con el que es posiblemente el criterio de clasificación más infame que hayamos visto en mucho tiempo, y que no refleja en absoluto lo que destila el 800m en la actualidad: tres series, el primero clasificaba directo, mas los tres mejores por tiempos. Esa sería la composición de la final. La primera serie deparaba el encontronazo de nuestro Kevin López nada más y nada menos que con el joven campeón mundial, Mohammed Aman. Es decir, de antemano, complicadísimo colarse por puestos. Por tanto, sin conocimiento de lo que podía acontecer en las demás series, Kevin, sabedor de la ruleta rusa de jugarse el pase en un hipotético sprint con Aman, apostaba por buscar una carrera rápida desde el disparo. Salió tirando, y nadie quiso colaborar. Otro gallo pudo haber cantado de ser así. Pagando el esfuerzo realizado, terminaba 3º, sobrepasado al final por el ruso Poistogov. Hay que tener en cuenta que fue la única serie de las tres en la que sólo se clasificó un ochocentista (nadie entró por tiempos). En las otras dos series, la historia fue bien diferente. Por tanto, y pese a que la intención no es en absoluto disculpar la eliminación temprana de López, la mala suerte y un sistema de clasificación absolutamente ridículo tuvieron mucho que ver en la pronta despedida de un atleta que, por nivel, debió estar en la final.


Por la tarde de ese mismo viernes, Isabel Macías buscaba el pase a la final de 1.500m. Tarea complicada, pero no imposible. En el tercer y último 'heat', ritmo soporífero en los primeros compases que terminaba lastrando la serie. Treniere Moser, oliendo la sangre, y sabedora de su poderoso final, se lanzaba a por la primera plaza (pasaban dos), y Macías no conseguía aguantar el ritmo. 4:17.14 para la zaragozana, casi 8 segundos por debajo de su mejor marca de este año. La mediofondista del Simply Scorpio 71 fue pasto de una serie inicua, en la que nadie quiso tirar, perdiéndose un tiempo precioso en las dos primeras vueltas que sería irrecuperable. Aún con todo, ella tampoco estuvo en sus marcas, y no respondió cuando la carrera lo exigía.


El caso de Toni Abadía en el 3.000m resultó pasar de una credulidad muy limitada, a una alegría a punto de ser íntegra. En una de las pruebas de mayor nivel, y llegando con una marca arañada por centésimas a la mínima que exigía la IAAF (asunto que, por sí solo, ya merecería ríos de tinta), conseguía marca personal por casi cinco segundos (7:46.36), corriendo todo el último tercio de la carrera en solitario, y con un esfuerzo final digno de encomio, con la entrega a la que nos tiene acostumbrados. Se quedó a 21 centésimas de pasar a la final por tiempos. Misión cumplida, y con creces.

Ya el sábado, en la segunda de las cuatro series que componían los 60m vallasJackson Quiñonez conseguía un discreto 7.78, cuarto puesto. Estuvo en sus marcas del año, pero es obvio que, pese a que no ha perdido ni un ápice de su extraordinaria capacidad competitiva, ya no es el de antes. 20º de 31 atletas.

En el lanzamiento de pesoÚrsula Ruiz se quedaba lejos de su mejor marca del año, a casi medio metro (17.65m en San Sebastián en febrero, por 17.16m en Sopot el sábado). Siempre es complicado para un atleta no tener competencia en su competición doméstica, pero Úrsula debe sobreponerse a esa falta de presión, porque el talento lo tiene. Una actuación decorosa, aunque exigua.

En cuanto a Ruth Beitia, única medalla (y finalista) conseguida por la representación española, se nos agotan los calificativos. Es difícil entender y explicar la dimensión que esta atleta tiene en el contexto de nuestro atletismo, y aunque algunos no quieran reconocerlo, se trata, sin ningún género de dudas, de la mejor atleta española de la historia. La perspectiva del tiempo nos brindará una apreciación más acertada de su verdadera dimensión, de la importancia de su legado.
Realizó un concurso majestuoso, inmaculado, soberbio, pero tuvo la mala suerte de toparse con un nulo que acabó por enviarla al tercer cajón. Nadie esperaba que tanto Kuchina como Licwinko sobrepasaran los 2 metros al primer envite. La sensación que transmitieron las tres medallistas sobre un inasequible 2.02m evidenció que la cántabra parecía la única capacitada para abordarlo. Décima medalla en un campeonato internacional para ella.

Y en el relevo 4x400m, aunque la primera criba no lograra superarse, simplemente aportamos un dato: en Estambul '12, el cuarteto español pasaba a la final habiendo conseguido el segundo lugar en su serie, tras EEUU, con 3:10.51. En la final, quinto puesto de seis, con 3:10.01.
En Sopot '14, quinto y último puesto de la primera serie, con una marca de 3:10.17. Es decir, en marcas calcadas a las que les permitieron lograr un brillante quinto lugar hace dos años. Por tanto, aunque no se llegase a la final, la actuación está más que dentro de los parámetros exigidos.



Y tras el resumen, no queda otra que reflexionar y reconocer el durísimo momento por el que atraviesa nuestro atletismo, reducido en estos Campeonatos Mundiales a su mínima expresión. Se trata del peor resultado (y hablamos, ahora sí, puramente de cifras) cosechado por España en cualquier edición disputada de esta competición. Porque si bien es cierto que en diversas partes de nuestro análisis hemos querido destacar los aspectos positivos de las actuaciones del equipo español (no dudando en absoluto de la entrega, el arrojo y el sacrificio de nuestros trece atletas), el balance final arroja sensaciones muy discretas, mermadas y, en general, insuficientes. Obvio era que la cifra de "una medalla y 4 finalistas" arrojada por Ramón Cid previo viaje a Sopot no pasaba de ser una esperanza utópica, únicamente viable en el hipotético caso de que (y lo citamos casi con sorna) se alinearan varios astros a favor de nuestro atletismo. No nos engañemos, se tenían que dar demasiadas circunstancias para que ese pronóstico fuera factible. Y eso, en el atletismo, no suele ocurrir.
La realidad es tozuda, y en deportes tan clínicamente "medibles" se empeña en mostrar las vergüenzas de quien se interponga por delante. El hecho de que Beitia, camino de 35 años y tras haber anunciado hace dos años una primera retirada de la que posteriormente se arrepintió, sea aún la cabeza visible (y prácticamente única baza) de nuestro atletismo, sólo incita a que la sombra del abatimiento y del derrotismo planee sobre nuestros pensamientos. Y no por la falta de empaque de nuestra capitana.
Siempre tendemos a caer en el tópico inevitable de minimizar los daños del presente por creer que, por detrás, llama a la puerta "materia prima" que va a sanear, de la noche a la mañana, el estado del atletismo. Si bien es cierto que esa "cantera" existe, las dudas llegan cuando llega el paso hacia el profesionalismo. Ahí es donde la diferencia está marcada a fuego en la comparación entre nuestro concepto y el de los demás países. Se trabaja mal, no se apuesta de manera clara (o correcta), y ese talento se termina diluyendo.

Hemos visto casos más que evidentes en los últimos años de países que han dado un vuelco sustancial a nivel de éxitos atléticos. El mayor ejemplo, sin irnos muy lejos, nos lo ha dado Polonia. Apostaron muy fuerte por este Mundial, y han conseguido auténticas 'machadas', dentro de una destacadísima competición, fruto del trabajo, la inversión, y el enfoque desde las profundidades del deporte. El combinado local conseguía un muy meritorio 6º puesto en el medallero (con el oro de Licwinko en altura, y las platas de Cichoka y Kszczot en 800m), y un magnífico 2º puesto en número de finalistas, con 15, empatada con Rusia (y sólo superada por EEUU).

Es inviable que una Federación cuyo presidente se ha agarrado a un cargo vitalicio y del que cobra una asignación absolutamente desmesurada pueda remontar el vuelo, con becas irrisorias para los atletas, instalaciones desfasadas, insuficientes o incluso en muchos casos inexistentes, pero siempre exigiendo a nivel de resultados lo que es casi imposible que se pueda entregar en semejantes condiciones. Esta situación ha ido, paulatinamente, restando credibilidad y calidad al organismo regidor, pero, pese a la postura encontrada de muchos atletas, vemos cómo, legislatura tras legislatura, el cambio no llega, y el desgaste se hace patente. En cierto modo, resulta inexplicable la clara contradicción.




Los medios de comunicación, tremendamente culpables de esta tesitura por muchas razones, contribuyen a la falta de difusión de un deporte que agoniza por momentos en nuestro país. Las competiciones no existen para los medios (asunto difícil de explicar, sobretodo cuando se trata de competiciones claramente inmersas en el concepto de "interés general"), que sólo buscan el eco en las reminiscencias de las medallas y de los casos de dopaje, tristemente habituales, todo hay que decirlo. Pero una cosa está clara: que se acaparen las portadas con otras vicisitudes no es culpa de la falta de interés del aficionado por el atletismo, o del interés absoluto del aficionado exclusivamente en el balompié u otros deportes teóricamente más mayoritarios a nivel de seguimiento. Si los medios sólo venden fútbol, la gente sólo comprará fútbol. Blanco y en botella.
Además, y en relación con el ya mencionado asunto del dopaje, bien es cierto que el descenso en el nivel de resultados ha coincidido, curiosamente, con el que quizá es el momento de mayor transparencia en este sentido en los últimos años. A pesar de ello, no deja de resultar casi irrisorio realizar semejante afirmación, cuando colean flagrantemente los vestigios de mastodónticas operaciones relacionadas con las sustancias no permitidas, y decenas de casos son vergonzantemente ocultados (por los propios organismos que rigen el destino del atletismo), haciendo oídos sordos ante los que abogan por una verdadera "tolerancia cero" (la gran mayoría) que está lejos, lejísimos, de poder producirse mientras impere la Omertà. Eso sí, las noticias serán buenas mientras los tramposos sigan siendo descubiertos.

Falta infraestructura. Falta confianza. Falta inversión. Falta paciencia. Y falta trabajo. Y todo lo que falta, falta desde arriba. No desde abajo. Y desde luego, sobran muchas cosas. Y mucha gente. El concepto de la reestructuración debe entenderse en toda su extensión. Y los destinos del atletismo deben ser dirigidos por ideas nuevas.
Como hemos dicho cientos de veces, es imposible que un atleta pueda dedicarse en pleno al atletismo con las grotescas asignaciones existentes, tras lo que debe asegurarse un sustento que no le permite esa dedicación completa, perdiendo, por tanto, la capacidad de concentración y de asimilación de la actividad deportiva al más alto nivel. Y con una cosa, la otra. "Si no hay dinero, no hay resultados... y si no hay resultados no hay dinero". Y así, ¿qué queremos?

Pues eso.


Comentarios

  1. No me alegra decirlo, pero ¿sabes qué les deseo a los junior que están despuntando (q son varios)?: que no pierdan la oportunidad de irse a hacer la universidad a EE. UU. allí encontraran durante los años claves de desarroyo como deportista y como persona la infraestructura y el ambiente para: entrenar y competir a gran nivel (NCAA, etc.), obtener estudios universitarios (q no los regalan, digan lo q digan) y abrir la mente al mundo (aprender inglés, etc.). Mira a Bruno Hortelano, el futuro de la velocidad española y es allí donde se está formando. El año pasado durante el mundial de Moscú (donde le vi correr por primera vez) leí q la gran diferencia con los atletas de aquí era la cantidad de competiciones que llevaba en las piernas. Y eso se nota.
    Últimamente he leído que Peleteiro rechazó una posibilidad de irse a la universidad a EE. UU. y ha optado por estudiar INEF en Madrid y entrenar ahí: me parece un gran error, hay que ser más valientes, y con 18 años es el momento ideal de abrir las alas, y la calidad de Peleteiro merece que se arriesgue.
    Parece claro q al final es un problema económico: sin "papá rico" no hay quien te pague la universidad (a menudo privada) en EE.UU.

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    1. Manuel, estoy totalmente de acuerdo contigo. El futuro atlético en España es muy, pero que muy preocupante. Es un páramo totalmente yermo de recursos, que no de talento. Mientras la situación no cambie, es complicado que un aspirante a profesional pueda siquiera plantearse la vida como atleta de alto nivel. No hay 'meetings', no hay ayudas (y las que hay, no sólo no son suficientes, sino que son irrisorias en muchos casos), y el panorama sigue igual en cuanto a los "mandamases", que no se bajan de la burra, porque viven muy bien donde están. Presumirán de la medalla de Ruth Beitia hasta que lleguemos a Zurich y haya otro descalabro.

      Sr. Manuel, miles de gracias a usted por sus palabras y por el interés. Es un auténtico placer para mi recibirlas. Un abrazo.

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  2. Por cierto, Sr. cobarde, miles de gracias por tu blog y todo el trabajo que haces para cubrir el vacío informativo en relación a este nuestro amado deporte, el deporte rey, el atletismo.

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  3. Estoy de acuerdo sobre todo con lo que dice sobre los medios de comunicación. Ahora, con suerte, ver las competiciones de atletismo a las 6 de la mañana en diferido. No me explico que, con el tirón que tiene el atletismo, sobre todo el atletismo de carreras populares, no se le de más minutos en directo en teledeporte. El futbol a llegado ya a tal extremo que la sección de deportes de cualquier informativo le dedica un 90 % de su tiempo. Así nos va...

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    1. Hola Jose.
      Muy a mi pesar, tendré que decirte que, en mi opinión, el atletismo popular (conocido hoy en día como el fenómeno del "running") y el atletismo en sí, tienen muy poco en común. De hecho, pese a compartir una misma acción (correr), no los considero siquiera el mismo deporte. La gran mayoría de "runners" que participan cada fin de semana en competiciones populares desconocen el mundillo de la élite, al igual que la élite ha despreciado durante años al atletismo más popular. Y lo más preocupante de todo es, precisamente, que lo desconocen... porque no les interesa. Mientras siga habiendo esa separación, y no se sume en vez de separar, es complicado sacar conclusiones, salvo las que nos revelan que el abismo entre un mundo y otro es cada vez mayor.

      Un saludo y gracias por tu comentario!!

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  4. Si, son distintos, pero yo, como atleta popular y aunque esté federado, se lo que cuesta por ejemplo bajar de 4 minutos el kilómetro en una carrera corta o hacer media maraton en una hora 30´y lógicamente admiro a los de elite que corren por debajo de 3 minutos el km. y me quedo alucinado viendo estas competiciones porque sé el esfuerzo que conlleva. Algunos de élite han empezado como corredores populares. Gracias por contestarme. Me encanta su blog.

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