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Wilson Kipsang: 2 Horas, 3 Minutos, 23 Segundos

Wilson Kipsang Kiprotich venía avisando de sus intenciones desde hacía tiempo. No hay que engañarse: cuando un atleta de estas características se postula como capacitado para una gesta de este tipo, siempre aparecen las dudas. El propio Renato Canova, su «entrenador» (entrecomillado, puesto que Kipsang, como muchos otros atletas kenianos, se autoentrena, acudiendo puntualmente a entrenadores de la talla de Canova para recibir asesoramiento), dudaba días antes de que Kipsang pudiera conseguirlo, por dos razones. En primer lugar, porque el año de Kipsang ha transcurrido entre el ajetreo, ocupado en diversos negocios de índole personal (la construcción de un hotel de su propiedad en Nairobi, por ejemplo). Y en segundo término, porque la zona de entrenamiento de estos colosos (la comarca de Eldoret, en pleno Valle del Rift) ha sufrido este invierno, época en la que se cimientan las temporadas atléticas, la más acuciante temporada de lluvias de los últimos años. Los caminos de tierra de Iten se convirtieron el pasado invierno en un sufrimiento para los atletas, que intentan siempre obviar el asfalto para entrenar. Aparte, quedan las noticias de que los controles sanguíneos se han intensificado en los últimos meses en la zona. El propio Canova desechaba completamente la idea. «Simplemente, no ha podido entrenar lo suficientemente bien. Me temo que no podrá bajar de 2 horas y 4 minutos», decía el gurú italiano en la previa.

Kipsang, nacido el 15 de marzo de 1982, atesora unos resultados más que discretos en pista, y enseguida se convirtió en el paradigma del ‘rutero’ keniano actual, dando el salto a la ruta sin bagaje previo. Debutaba en maratón en 2010 en París, con una marca de 2h07:13, quedando tercero tras un problema en forma de caída en un avituallamiento. Meses después, vencía en la ciudad alemana de Frankfurt, con una impresionante marca de 2h04:57, y consiguiendo en la siguiente edición, en 2011, una verdadera proeza: quedarse a tan sólo cuatro segundos (2h03:42) de la estratosférica marca que Patrick Makau había conseguido apenas un mes antes en Berlín, con un último tercio de carrera y unos metros finales sublimes (ver vídeo).

A partir de ese momento, Kipsang comenzaba a dar avisos de su capacidad real. En abril de 2012, vencía en el maratón de Londres, en una auténtica exhibición (2h04:44), y enfocando su búsqueda del oro olímpico al mismo escenario. El 12 de agosto, en los Juegos, tras un ataque en solitario únicamente calificable como suicida, era superado por el ugandés Stephen Kiprotich y por su compatriota Abel Kirui, llevándose la medalla de bronce. Y ya en este año, sus resultados no habían hecho presagiar aquello en lo que él seguía confiando. Sin embargo, podría considerársele, aun con una carrera no demasiado longeva, como uno de los maratonianos más impactantes de la historia, con cuatro maratones por debajo de 2 horas y 5 minutos: las tres mencionadas (Frankfurt 2010 y 2011, y Londres 2012) y Berlín 2013. De hecho, es el primer atleta de siempre que consigue terminar dos maratones por debajo de las 2 horas y 4 minutos.

En principio, el cartel de Berlín estaría encabezado por el propio Kipsang, y por el defensor del récord, Makau, con lo que se avecinaba un duelo estelar entre el plusmarquista vigente y un aspirante en toda regla. Sin embargo, Makau Musyoki finalmente se quedaba fuera por unos problemas en la rodilla.

Kipsang se presentaba en la urbe germana con intenciones de todo. Tenía claro que «el maratón es un trabajo en equipo», depositando su absoluta confianza en las ‘liebres’ que había elegido, sus compañeros de entrenamiento Philemon Rono y Edwin Kiptoo, que serían, en parte, los responsables de que el récord pudiera ser batido. El resto de ingredientes los puso Kipsang. En un día inmejorable, climatológicamente hablando (8 grados en la salida, 13 grados en la llegada, escaso viento -aunque con cierta fuerza en algunas zonas-, humedad en torno al 60-70%, y cielo completamente despejado), Kipsang se presentaba sonriente en el punto de partida. Adidas Adizero Adios 2 en los pies del keniano, y el mito Haile Gebrselassie ocupándose de dar el pistoletazo de salida en un maratón que le vio a él mismo batir la plusmarca mundial el 28 de septiembre de 2008. El circuito, cien por cien propicio para batir marcas. Para muestra, un botón: hasta seis veces ha sido batido el récord del mundo en el circuito alemán, las últimas cinco, desde Tergat, de manera consecutiva (Ronaldo da Costa en 1998, Paul Tergat en 2003, Haile Gebrselassie en 2007 y 2008, Patrick Makau en 2011, y ahora Kipsang). Los primeros parciales ya denotaban, además, la idea con la que se había dado comienzo a la prueba. «Con el ritmo de los primeros kilómetros, ya sabía que el récord era batible», dijo después Kipsang.

Con veinticinco segundos de adelanto sobre el récord llegaban los atletas al kilómetro 25. Solamente Eliud Kipchoge (campeón del mundo de 5.000m en París en 2003, y actual entrenador de Stephen Kiprotich) y Geoffrey Kipsang Kamworor conseguían aguantar el frenético ritmo. Tras retirarse la segunda ‘liebre’, el ritmo descendía peligrosamente, con dos parciales de cinco kilómetros en los que se perdían cuarenta y tres segundos (veintitrés segundos del kilómetro 25 al 30, y veinte segundos del kilómetro 30 al 35). Kipsang, sabedor de que la plusmarca mundial se le escapaba entre los dedos, tomó una decisión. «Me sentí fuerte y cambié». A partir de ahí, y tras algún cambio de ritmo anterior, descolgando en el último a Kipchoge, 7 kilómetros a golpe de 2:55/km. El kilómetro 40, punto límite en el que el maratón mide la heroicidad de un cuerpo humano casi carente de energía, lo marcaba en 2:48/km. La primera media maratón, en 61:34. La segunda, en 61:49. Finalmente, 2 horas, 3 minutos y 23 segundos. Récord del mundo (IAAF). Una completa barbaridad.

Como curiosidad, Kipsang se embolsaba 40.000€ por la victoria, y 50.000€ por haber batido el récord del mundo.

Finalmente, este policía de 1.82m y apenas 60 kgs, conseguía aquello por lo que había estado luchando tanto: «hace ahora 10 años, también aquí en Berlín, Paul Tergat batía el récord del mundo (2h04:55), y aquel día me dije que yo también podría ser capaz de batir un récord aquí en Berlín».

El destino ha querido que así sea. Aún con todo, Kipsang no concluyó sin lanzar otro serio aviso: «ha hecho algo de viento. Ha habido que luchar duro. No tengo ninguna duda, valgo menos».

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