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Carreras Inolvidables: Golden Four Zúrich, 1997, 1.500m

13 de agosto de 1997. Gala de la entonces llamada ‘Golden Four’ (posteriormente denominada ‘Golden League’, y después ‘Diamond League’).

Se juntaba en Zurich, para uno de esos mítines antológicos, la flor y nata del mediofondo mundial. Los asiduos durante aquellos años, John MayockReyes EstévezWilliam TanuiSteve Holman

Pero cuatro nombres, sin menospreciar la capacidad de los, a priori, segundos espadas, acaparaban la atención de los focos en ese momento: el marroquí Hicham El Guerrouj (que acababa de proclamarse justo una semana antes, el día 6, Campeón del Mundo en Atenas), el argelino Noureddine Morceli (poseedor en aquel momento del récord mundial, y que comenzaba su declive), el atleta de Burundi Vénuste Niyongabo (que venía de ser Campeón Olímpico en 5.000m de manera sorprendente un año antes, en Atlanta), y quizá más en un segundo plano, eterno criticado por su rendimiento en este tipo de reuniones, pero con una capacidad competitiva fuera de toda duda, Fermín Cacho, brillante triunfador en Barcelona ’92.

Normalmente, estas reuniones deparaban carreras muy, muy rápidas. Liebres contratadas por la organización o lugartenientes de los primeros espadas, pasos pactados, y ritmos muy altos, para proporcionar espectáculo y buscar grandes marcas.

La carrera ya se planteaba rapidísima desde el principio, con el keniata Robert Kibet encargado de lanzar la prueba para su compatriota John Kibowen, que en teoría partía como uno de los favoritos, y para El Guerrouj, que se mantenía cuarto con su elegante y fácil correr, atento a las hostilidades. Morceli, atento y vigilante como siempre, en este caso al marroquí, y por detrás, un escalón por debajo, sin asomar en exceso, Niyongabo. El soriano Cacho, con su cabecear tan reconocible y particular, encerrado por la cuerda casi desde el principio, tuvo que plantear batalla casi constante en el inicio, en una carrera que por momentos se le presumía complicada.

1:50.03 al paso por el 800m, realmente rápido, y las liebres haciendo, y muy bien, su trabajo, primero el mencionado Kibet y después su compatriota Vincent Malakwen. A falta de una vuelta, el grupo se apelotona, y al paso por el 1.200m, El Guerrouj toma el mando. Morceli procuraba, no sin dificultades, no perder ni un centímetro. Tras el argelino, el burundés Niyongabo.

Y por la cuerda, ya en la curva, comienza a asomar el pequeño cuerpo de una fuerza de la naturaleza. Dos campeones olímpicos, uno de 1.500m, otro de 5.000m, emparejados y a tirones, y Cacho llega al último ‘cien’ con la tercera plaza en el bolsillo y con El Guerrouj y Morceli casi a la par. Salen de la curva. Majestuoso último cambio. Morceli se ve superado por la situación y se hunde. El Guerrouj a medio metro. Cacho aprieta, sacando a relucir su conocido gran final (menos habitual en carreras tan rápidas). El Guerrouj tiene que cambiar, porque ve lo que se le viene. Niyongabo pasa a Morceli, confirmando el decaer, estrepitoso pero digno, del antaño vendaval de Tenes. Sólo quedan dos. Hasta ese día, nadie había osado acosar así al campeonísimo marroquí. Victoria de El Guerrouj, récord de su país, 3:28.91. A poco más de segundo y medio del WR conseguido por Morceli en Niza aquel 12 de julio de 1995 (3:27.37). Una última vuelta espectacular, en 55.31.

Por detrás, ya entrado en meta, brazos en alto y ojos cerrados, un enjuto corredor, medalla de oro en sus Juegos, cinco años antes en Barcelona, se tambaleaba, exhausto. 3:28.95Récord de Europa. Bajaba de la cúspide la estratosférica marca conseguida por el británico Steve Cram en 1985 (que fue en su momento también récord mundial). Ni qué decir, récord de España, aún vigente.

Superado por ‘Mo’ Farah en julio de 2013 por apenas 14 centésimas, a día de hoy continúa siendo la plusmarca europea de un atleta nacido en nuestro continente. Casi 16 años tuvieron que pasar para que alguien pudiera derribar ese récord. Sólo puede decirse una cosa: disfrútenlo, merece la pena.

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