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Pasarán Más de Mil Años… Récord del Mundo de Salto de Longitud (F)

El atletismo moderno está, aún hoy, lleno de ejemplos de plusmarcas que siguen pareciendo, a muchos años vista, absolutamente imbatibles. Trasladando la afirmación a la década de los 80, el ejemplo resulta todavía más paradigmático, si cabe.Marcas como la de Marita Koch en los 400m, los casos de las fondistas chinas a principios de la siguiente década (Qu Yunxia y su estratosférico registro en 1.500m ya fueron protagonistas de nuestro blog), así como las inimaginables gestas en la velocidad de la desaparecida Florence Griffith, tuvieron, no obstante, un denominador común en forma de lastre histórico, que es posible que nunca desaparezca. Obviamente, la sombra del dopaje está muy presente cuando recordamos estas historias.
El caso que nos ocupa hoy no es que sea especialmente significativo (al menos, no a los niveles de los ejemplos mencionados en el párrafo anterior), pero teniendo en cuenta la cantidad inmensa de coyunturas que deparó el Bloque del Este durante aquellos años, podría ser perfectamente digno de la mayor de las sospechas. Nunca lo sabremos, no obstante. Además, aquel año 1988, del que vamos a hablar, proporcionó, curiosamente, varios récords perennes, que aún perduran en las listas de plusmarcas planetarias.

Galina Chistyakova consiguió su primer gran éxito a nivel internacional con su triunfo en los Campeonatos de Europa en pista cubierta de Atenas en 1985. La checa Eva Murková (campeona dos años antes en Budapest) y la germana oriental Heike Drechsler la escoltaron en el podio. Precisamente Drechsler conseguiría en septiembre de ese mismo año mejorar por un centímetro la plusmarca mundial, en poder de la rumana Anişoara Cuşmir, pasando de 7.43m a 7.44m. La alemana saltaría al año siguiente, en un lapso de apenas dos semanas, dos veces sobre 7.45m, registro que sería igualado en 1987 por la ‘combinera’ norteamericana Jackie Joyner-Kersee.En ese período, Drechsler había conseguido el oro tanto en los Campeonatos de Europa al aire libre de Stuttgart ’86, como en los Europeos en pista cubierta de Liévin ’87 y Budapest ’88. En las tres ocasiones, Chistyakova tuvo que conformarse con la plata, incapaz de superar a Drechsler. La final del 88 fue la más ajustada. Solamente seis centímetros (7.30m por 7.24m) separaron a la soviética del oro.
En su camino hacía los JJOO de Seúl, como intento por resarcirse de su ausencia en Los Ángeles, cuatro años antes, debido al boicot soviético, Chistyakova encontró, posiblemente, la mejor forma de su vida.11 de junio, Leningrado, actual San Petersburgo. Chistyakova iguala el récord mundial. Un prodigioso salto de 7.45m situaba a la saltadora ucraniana en el primer escalón de la longitud histórica, junto a Drechsler y Joyner-Kersee, en un más que llamativo triple empate.Escasos minutos después, y como si no hubiera sido suficiente, Chistyakova arrancaba otros siete centímetros al récord mundial. Vuelo descomunal en extensión, marca registrada de la escuela soviética, y lo casi imposible: 7 metros y 52 centímetros.

Sin embargo, y pese al nuevo reinado de la saltadora soviética en lo que a marcas se refiere, en Seúl se repitió la historia. El 24 de septiembre, en un concurso lejos de resultar brillante, en base al estratosférico salto que consiguiera algo más de tres meses antes, Chistyakova sólo llegaba hasta 7.11m en el primer intento, marca que no conseguía mejorar, y sólo pudiendo llegar hasta el tercer escalón del podio olímpico, medalla de bronce.Drechsler, mucho más regular, superaba hasta en cuatro ocasiones el salto de la flamante plusmarquista mundial, inaugurando con una plata una competición inolvidable para ella, con el bronce en los 100m al día siguiente, y un nuevo bronce en los 200m cinco días después. El oro, con un brillante 7.40m, para Joyner-Kersee. La estadounidense lograría otra hazaña sin precedentes, pulverizando, por segunda vez en apenas dos meses, el récord mundial de heptatlón.

Chistyakova, no teniendo suficiente con aquel legendario 7.52m, volvería a ser campeona de Europa en pista cubierta (La Haya ’89), proclamándose además, por primera y última vez en su trayectoria, campeona mundial, en los Campeonatos Mundiales en pista cubierta de Budapest ’89, en lo que suponía la segunda edición de este evento con la nomenclatura actual, tras Indianápolis ’87 («IAAF World Indoor Championships» – la primera edición fue en París, en 1985, bajo el nombre de «IAAF World Indoor Games»).

Ese mismo año, lograría un hito sin precedentes, convirtiéndose en la primera (y única) mujer en la historia en ostentar al mismo tiempo el récord mundial de longitud y de triple salto. Tras el 14.16m de la china Li Huirong en abril de 1988, Chistyakova era capaz de hacer saltar en mil pedazos la plusmarca el 2 de julio de 1989. En Estocolmo, conseguía un soberbio 14.52m (marca que conseguiría mejorar en 1995, con 14.76m, estando ya en poder del récord Anna Biryukova, con 15.09m).Su dominio sobre ambas disciplinas quedaría perpetrado en los Europeos en pista cubierta de Glasgow, en 1990, logrando un increíble triunfo en ambas pruebas.

A partir de aquel momento, y tras una complicada operación de rodilla, Chistyakova fue incapaz de acercarse a su mejor nivel de antaño. Pero aquel salto de 7 metros y 52 centímetros valió sobradamente para perpetuar un récord que cumplió el pasado día 11 la friolera de 26 años, y que se antoja, a corto y medio plazo, poco menos que inexpugnable.

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