La resaca post-Mundial


Se acabó el Mundial de Pista Cubierta de Sopot, y las sensaciones que nos deja son variadas. Por un lado, un regusto exquisito, de haber contemplado pruebas entretenidas y con un majestuoso nivel (a destacar, la espectacular generación que se ha juntado en el salto de altura masculino), y atletas magníficos, muchos de los mejores del mundo de cada especialidad. Una gozada ver la dedicación plena a la pista cubierta (nada habitual hoy por hoy, siendo campeonatos venidos a menos, con una clara preferencia por parte de los atletas por el aire libre) de auténticos monstruos como Ashton Eaton, Valerie Adams, Ivan Ukhov o Shelly-Ann Fraser-Pryce.
Pero por otro, cierto deje de insipidez, de sinsabor. Competiciones descafeinadas, campeones del mundo que lo han sido con marcas claramente por debajo del nivel actual de la prueba, confusión y pautas marcadas absolutamente insólitas en muchas de las decisiones tomadas por el organismo que rige las pautas de este deporte, retransmisiones televisivas lamentables y con claro desconocimiento de cómo debe gestionarse el atletismo para aprovechar cada minuto de cada prueba de cara a los telespectadores, consiguiendo así el mayor acercamiento posible para hacer las pruebas atléticas algo más próximas al interés general...
Las conclusiones, como evento, son, en el balance total, más bien positivas. Hemos visto grandes marcas, muchas competiciones muy entretenidas y en las que hemos contemplado enfrentamientos absolutamente espectaculares, duelos épicos entre estrellas del momento, marcas muy cercanas a récords mundiales (Eaton) o superándolos (relevo 4x400m USA)... Sin embargo, también ha habido muchos puntos a mejorar. En cuanto a la IAAF, empecemos por el hecho de que ha cometido claros errores. Debería reconsiderar totalmente tanto las mínimas impuestas para acceder al campeonato como el formato que elige para muchas de las pruebas. Muy pocos participantes como en el triple femenino, consiguiendo competiciones muy desangeladas, sistemas de clasificación infames como en el 800m, o campeones mundiales con registros incluso inferiores a la mínima que se pedía para estar en Sopot (pértiga femenina). En cuanto al tema televisivo, no es de recibo que, en todo el Campeonato, no se hayan televisado en directo los concursos. Saltos o lanzamientos en diferido, cuando ya se había lanzado de nuevo o saltado sobre una altura mayor deben eliminarse por completo para mantener la atención del telespectador inexperto. No es lógico, por ejemplo, tener que seguir una intensísima final de salto de altura a través de la web de la IAAF (y gracias a que facilita los resultados en tiempo real) mientras que la señal de tv ofrece repeticiones de saltos realizados hace veinte minutos, o muestra panorámicas del pabellón, o dos salidas nulas consecutivas de la final de relevos. ¿Multipantalla? ¿Realizadores con conocimientos de atletismo? ¿Un poco de sentido común? Algo falla.

En el contexto meramente deportivo, intentaremos examinar un poco lo que ha acontecido (aquí, el medallero). Pruebas sin demasiada historia, pero otras en las que hay muchas cosas que contar. A lo largo del artículo podréis acceder a muchos de los vídeos de las pruebas del fin de semana. En cuanto a la actuación de los nuestros, el viernes examinaremos detalladamente lo qué ha ocurrido, aunque en líneas generales, y como adelanto, nuestra percepción es de franco desencanto y frustración. Pero eso, el viernes. De momento, vamos con todas las pruebas de este Mundial.


Velocidad desordenada: un blanco que se cuela en la fiesta y una campeona que lo es aún más

Los 60m masculinos deparaban la que ha sido, sin lugar a dudas, una de las grandes sorpresas del campeonato, sino la mayor. Richard Kilty, británico de 25 años, en la que ha sido su primera competición a nivel internacional, sorprendía a todo el mundo imponiéndose en la final con 6.49. Llegaba a Sopot como mera comparsa (sustituyendo al lesionado James Dasaolu), y ni siquiera fue seleccionado en el equipo olímpico para Londres, a pesar de acreditar mínima para el 200m, tras lo que estuvo a un paso y menos de retirarse del atletismo. El destino ha querido que se convierta en campeón mundial. (VÍDEO)
El que, a priori, llegaba a Sopot como gran favorito, el norteamericano Marvin Bracy, quedaba estupefacto ante lo que contemplaba, sin salir de su conmoción. 6.51 para el ex-jugador de fútbol americano, y 6.52 para el qatarí, nacido nigeriano, Femi Ogunode. Desencanto descomunal con el jamaicano Nesta Carter, 7º, y muy buenas sensaciones con el chino Bingtian Su, que no subió al podio de milagro.



En las chicas, podíamos considerar como teórica favorita a la marfileña Murielle Ahouré. Por sensaciones, porque llegaba teóricamente mejor, y porque había dado buena muestra durante las eliminatorias de estar en una grandísima forma. Sin embargo, en la final, una pequeña guerrera, de sobra conocida, de nombre Shelly-Ann Fraser-Pryce demostró que nunca se debe subestimar en competición a alguien de su trayectoria, incluso cuando parece que no es claramente favorita. Primer campeonato mundial indoor para la jamaicana, que se une a sus 5 oros y 2 platas al aire libre, siendo además la octava mujer que consigue bajar de los 7 segundos en la prueba (6.98). El bronce, para la estadounidense Tianna Bartoletta. (VÍDEO)



En el 400m, también sorpresa. Un joven checo de 23 años de nombre Pavel Maslák, campeón de Europa al aire libre (Helsinki '12) y en pista cubierta (Göteborg '13), ha deleitado al Ergo Arena y a medio mundo con la carrera soñada: líder durante la totalidad de las dos vueltas, demostrando un poderío brutal. Sorpresa no por su trayectoria, sino porque se presuponía una prueba dominada claramente por los norteamericanos y los caribeños. Nada más lejos de la realidad. Merecidísimo campeón mundial el checo, con 45.24, muy por delante del bahameño Chris Brown (45.58) y del 'USA' Kyle Clemons (45.74). Lalonde Gordon, que llegaba con la mejor marca mundial del año con diferencia, nada pudo hacer, siendo 5º, habiendo sembrado dudas ya desde el primer 'heat'. (VÍDEO)
En las féminas, maravillosa carrera de Francena McCorory (51.12) para llevarse el oro. Anticipábamos en la previa su extraordinario momento de forma, y no decepcionó. Plata era la jamaicana Kaliese Spencer (51.54) y bronce la bahameña Shaunae Miller (52.06).



En el relevo 4x400m, la competición femenina iba a deparar la clara victoria del cuarteto norteamericano. El relevo USA vencía inapelablemente, por delante de Jamaica y Gran Bretaña, tras dos salidas nulas que retrasaron la competición. (VÍDEO)

En el lado masculino, una de las grandes alegrías que nos deparaba el Mundial. Como última prueba de las programadas para la jornada final del domingo, el relevo compuesto por Kyle Clemons, David Verburg, Kind Butler III y Calvin Smith (hijo del mítico velocista del mismo nombre), conseguía un espectacular 3:02.13 que se convierte en nuevo récord mundial bajo techo (no mejor marca de la historia, puesto que un relevo norteamericano conseguía un brillante 3:01.96 en 2006, no siendo homologada la marca como WR por no haber existido en la competición control antidopaje). Plata para Gran Bretaña y bronce para Jamaica, que no estuvieron muy lejos, cuajando ambas postas una excelsa carrera. (VÍDEO)





La competición de vallas (60m) nos deparaba otra sorpresa (y han sido varias las que han acontecido en el Ergo Arena de Sopot). Un favorito claro, el francés Pascal Martinot-Lagarde, que llegaba como un tiro, y que había hecho unas rondas clasificatorias ciertamente cómodas. Pues bien, al igual que en la semifinal, el estadounidense Omo Osaghae, con una carrera soberbia, le robaba la cartera. El podio se apretó lo máximo posible, con tres atletas en tres centésimas. Una mala salida de Martinot-Lagarde, unida a un paso poco limpio de la última valla, le robaron la centésima por la que Osaghae se proclamó campeón mundial (7.45 por 7.46). Tercero en discordia (7.47), el también francés, Garfield Darien. (VÍDEO)

Y en el lado femenino, similar sorpresa que en los chicos. Tras una competición inmaculada, y por qué no decirlo, brillante, consiguiendo igualar su mejor marca del año, la australiana Sally Pearson no tuvo más remedio que sucumbir ante la norteamericana Nia Ali, tras su carrera más floja en un fin de semana en el que llegó a asustar a sus rivales. Nos temíamos incluso el récord mundial. Bronce para la británica Tiffany Porter. (VÍDEO)



El mediofondo y el fondo, con claro sabor africano

El 800m masculino iba a deparar una tensa calma. Tras las quejas de los atletas (lógicas) por el inaudito sistema de clasificación, se unía una final que tuvo su parte de polémica. En cuanto a los contendientes, por un lado, el sudafricano Olivier llegaba tras una semifinal muy bien resuelta, mostrando su gran regularidad. Por otro, los dos polacos, Marcin Lewandowski y Adam Kszczot, los ídolos locales, plantearían batalla con 11.000 enfervorizados polacos empujando. Y por otro, un campeón mundial etíope de tan sólo 20 años. Mohammed Aman asestaría la puñalada definitiva en los últimos 50 metros, cuando parecía que Adam Kszczot podía llevarse el oro. Aman solventó una complicada papeleta, sacando a relucir toda la clase que atesora. Lewandowski entraba en 3ª posición, y el Ergo Arena se venía literalmente abajo tras el doblete de los suyos. Del sudafricano, que llegaba habiendo dado muy buena sensación, ni rastro. Sin embargo, y aquí llegaría se desataría la caja de los truenos, en apenas media hora, la afición polaca pasaba de la alegría convulsa a la decepción más honda, cuando se anunciaba que Lewandowski era descalificado en beneficio del británico Andrew Osagie por haber pisado claramente fuera de la pista. Tal era la evidencia mostrada por las imágenes televisivas, que la delegación polaca ni siquiera iba a apelar la decisión. Otra cosa es que este tipo de sanciones sean justas, a tenor de que se saque o no ventaja. (VÍDEO)



Y en el 800m femenino, espectacular, brillante, aguerrida, valiente, sensacional. Se nos acaban los calificativos para la enorme victoria de la norteamericana Chanelle Price. Campeona del mundo tras encabezar la prueba de principio a fin, como nos tiene acostumbrados, echándose el peso de la carrera sobre las espaldas sin ningún rubor. La polaca Angelika Cichoka conseguía una estupenda plata, y cerraba el podio la bielorrusa Marina Arzamasova. Nada pudieron hacer Selina Büchel y Nataliia Lupu, que habían dejado muy buenas sensaciones en las rondas previas. (VÍDEO)


Los dos 'milquis' se solucionaban por la vía rápida. En féminas, Abeba Aregawi no iba a consentir que una carrera llena de codazos, encontronazos y tropezones se le complicara, y apenas aguantó medio kilómetro con el grupo. Sabedora de su endiablada velocidad de crucero, decidía coger cabeza hasta el final, abrumando con una victoria por más de 6 segundos, y a punto de bajar de los 4 minutos (4:00.61). Gran sensación de la tierna abisinia Axumawit Embaye, plata, y sorpresivo bronce de la canadiense Nicole Sifuentes, ante la descalificación de la marroquí Arafi por pisar fuera de la pista. Nos quedamos, eso sí, sin contemplar el que hubiera sido posiblemente el duelo más grandioso que nos podía haber deparado este Mundial, Aregawi vs Dibaba, y es que Genzebe apostó por el 3.000m. (VÍDEO)



En chicos, el yibutiano Ayanleh Souleiman no podía creer la autoridad con la que había vencido. Nadie fue capaz de discutirle la victoria. Éxito rotundo de un atleta que, tras su bronce en el 800m de Moscú '13, se ha postulado como clara amenaza del tirano de la disciplina, pero a la vez capaz de irregulares actuaciones, Asbel Kiprop. El más cercano en la final a Souleiman, el etíope Aman Wote, plata, entraba a casi medio segundo, siendo el único que, por sensaciones, pareció poder inquietar al flamante campeón mundial. El triunfador en Estambul '12, el marroquí Abdalaati Iguider, completaba el cajón. (VÍDEO)







Y el 3.000m nos deparaba, por un lado, la aplastante, insultante y casi plácida victoria de la inmensa Genzebe Dibaba. La abisinia corre, y parece que se para el tiempo. Es tal su dominio, que cuando quiso que la final se acabara, se acabó. Nadie tuvo valor (ni capacidad) para seguirla. Sólo Sifan Hassan lo intentó, y acabó pagando el esfuerzo quedándose fuera de la lucha por los metales. Carrera muy lenta hasta que Dibaba se movió, en la que la keniana Hellen Obiri acabó llevándose la plata tras un gran arreón final, siendo bronce la bahreiní Maryam Yusuf Jamal. Llamó profundamente la atención el controvertido hecho de que, de doce finalistas, seis eran nacidas en Etiopía (Genzebe Dibaba y Hiwot Ayalew, de nacionalidad etíope, y Mariam Yusuf Jamal, Sifan Hassan, Belthem Desalegn y Alia Saeed Mohammed, nacionalizadas por Bahrein, Holanda y las dos últimas Emiratos Árabes, respectivamente). (VÍDEO)




La carrera masculina, de un enorme nivel, encumbraba al talentoso keniata Caleb Ndiku. Tras una carrera exageradamente lenta y táctica, Ndiku aparecía por la cabeza a falta de menos de un kilómetro, y nadie era capaz de sobrepasar su tremendo cambio de ritmo progresivo final. Magnífico oro para un jovencísimo atleta de 21 años en cuyo palmarés figuran dos campeonatos mundiales junior (1.500m y cross). La plata, para el sempiterno Bernard Lagat, que se colocaba con maestría tras la estela de Ndiku a falta de vuelta y media, y nadie era capaz de superar su perenne 'rush' final. Se nos acaban los calificativos, no pudiendo dejar de quitarnos el sombrero ante un atleta único, interminable, de trayectoria envidiable y talento descomunal. 39 años contemplan a una verdadera leyenda. Tercero, el etíope Dejen Gebremeskel. El norteamericano Galen Rupp, que llegaba entre los favoritos a la victoria, y el también etíope Hagos Gebrhiwet, líder del año, eran 4º y 5º, y se diluían como azucarillos cuando llegaba el momento de la verdad. Auténticas decepciones ambos. (VÍDEO)




Dos finales de altura

La altura masculina presagiaba no sólo un enfrentamiento entre varios atletas de un talento desmedido, sino la posibilidad de que el récord mundial, en posesión de Javier Sotomayor, pudiera caer. Siendo posiblemente la gran atracción de la última jornada, deparó también la que quizá fue la máxima sorpresa. El desgarbado qatarí de 22 años Mutaz Essa Barshim se proclamaba campeón mundial con un espléndido salto a la primera sobre 2.38m. El gran favorito, el ruso Ivan Ukhov, que había coqueteado con marcas estratosféricas durante el invierno, era incapaz de sobrepasar la misma altura hasta el tercer intento, y los tres nulos de ambos saltadores sobre 2.40m daban el oro a Barshim. Bronce para el ucraniano Andriy Protsenko, que hizo el concurso de su vida, superando por 5 cms su marca personal indoor, y por 4 cms su marca al aire libre.






Y en la femenina, no iba a ser menos. El equipo español presentaba a su única finalista en este mesurado mundial. La que se ha convertido por méritos propios en la mejor atleta de la historia del atletismo español, Ruth Beitia (digan lo que digan algunos), llegaba a la final con todas las posibilidades de cosechar un oro que se le resistía. Había conseguido un bronce en Moscú '06, y una plata en Doha '10, y las sensaciones que había transmitido durante todo el fin de semana habían sido impecables, grandiosas. Ninguna atleta había revelado la solvencia sobre el listón que impuso Ruth. En una final en la que Vlasic y Green sucumbieron pronto, las rivales eran la rusa Maria Kuchina (mejor marca del año), y la crecida polaca Kamila Licwinko, llevada en volandas por el Ergo Arena. El nulo de Ruth Beitia sobre 2.00m, su primer nulo en el concurso (todas las demás habían derribado el listón en algún momento), y el hecho de que tanto Kuchina como Licwinko conseguían sobrepasar esa altura a la primera, desterraban a la del Piélagos-Inelecma a un bronce que sería definitivo cuando ninguna de las tres saltadoras conseguía superar un improbable 2.02m. Beitia encaraba el listón con determinación, y éste no aguantaba en su lugar, tras ligeros tambaleos. El regusto que dejaba el concurso de la cántabra fue de que, sin el nulo sobre 2.00m, el oro hubiese sido indiscutiblemente suyo. Sin embargo, repetía bronce, sin poder cerrar el círculo, pero ganándose (como siempre) un lugar privilegiado en el corazón de todo amante del atletismo que se precie. Su constancia, determinación, tranquilidad y extrema profesionalidad son un ejemplo para cualquiera. Oro compartido, por tanto para Kuchina y Licwinko, y bronce para nuestra Ruth.



Pértiga insulsa sin el prodigio francés

Lo sabíamos, pero hay que decirlo. El salto con pértiga deparó una final masculina ciertamente insustancial. La ausencia del gran Renaud Lavillenie pesó como una losa en una competición en la que, si nada se tuerce, como ocurriera en Moscú, es el indiscutible rey. Victoria para el griego Konstadínos Filippidis, en la misma altura que Molte Mohr, plata, y Jan Kudlicka, bronce. Incapaces los tres de encarar el 5.85m. Flojo.

En mujeres, también se decidía todo por nulos, y era esta vez la cubana Yarisley Silva la que se lleva el oro. Magnífica y aguerrida competidora, pese a haber competido escasamente en 2014, y llegar a Sopot con una marca discreta, ha sacado a relucir su vena guerrera, y desde su limitado 1,62m de estatura, se encarama a lo más alto. Plata para la rusa Anzhelika Sidorova, compartida con la checa Jirina Svobodová. Desencanto en el Ergo Arena con el quinto puesto de la que era la más firme candidata a oro de la delegación polaca, Anna Rogowska. Y decepción con la recórdwoman mundial Jennifer Suhr, incapaz de sobrepasar los 4.75m, veintisiete centímetros por debajo de su marca indoor. Como dato llamativo, las 4 primeras del concurso se quedaban en 4.70m, un centímetro menos de la marca que la IAAF exigía para ir al Mundial. Juzguen ustedes mismos.



Longitud y triple, a medio camino entre el sinsabor y la sorpresa

En longitud masculina, victoria del campeón mundial bajo techo vigente, pero no por ello menos sorprendente, el brasileño Mauro Vinicius da Silva. El paulista sólo había sido capaz de saltar 7.98m este año, con lo que no entraba en prácticamente ninguna quiniela. Siempre hay que tener en cuenta el historial, pero en este caso, da Silva no arrojaba garantías de estar peleando por las medallas. El flojísimo concurso del inconstante Rivera y sobretodo la desilusión con un incapaz Menkov, le daban el oro al brasileño, con un buen último salto de 8.28m. El chino Jinzhe Li (dirigido por el antiguo preparador de Mike Powell, Randy Huntington) se hacía con la plata tras liderar durante todo el concurso (8.23m), y el sueco Michel Tornéus conseguía el bronce (8.21m). Valoración, a todas luces, discreta.

La competición femenina, alejada también de los grandes focos por el escaso nivel de sus marcas, proclamaba vencedora con 6.85m a la francesa Éloyse Lesueur, en el que es su mejor logro internacional hasta la fecha, tras haber sido campeona de Europa en Helsinki '12. La 'combinera' británica Katarina Johnson-Thompson se quedaba la plata con 6.81m, siendo el bronce para la serbia Ivana Španovic (6.77m). 



El triple salto iba a resultar en el plano masculino, quizá junto con la pértiga y la longitud, una de las competiciones menos interesantes, por su escaso nivel, de todo el fin de semana. Pero en este caso sí que se mantuvo la tensión, dando la campanada el ruso de padre nigeriano, Lyukman Adams, con 17.37m. Los dos cubanos, Ernesto Revé y Pedro Pablo Pichardo, que a priori llegaban a Sopot con la vitola de claros favoritos, fueron incapaces de derrotar a un Adams que se haría con el oro en el último salto. Revé, lesionado en el tercer intento, no pudo defender su primera posición. El claro reflejo de que no siempre las predicciones se cumplen.



Y la final femenina reveló un nivel tan bajo, en relación con las mínimas que proponía la IAAF (tanto para acudir a Sopot, como durante las clasificaciones) que la rusa Ekaterina Koneva se proclamaba campeona mundial con la marca más baja de la historia de los Mundiales Indoor desde que se disputa el triple salto femenino (14.46m), por sólo un centímetro de diferencia con la plata, la ucraniana Olga Saladukha. Sólo Inessa Kravets había sido campeona mundial bajo techo saltando menos de 14 metros y medio (14.47m en Toronto '93). La jamaicana Kimberly Williams (14.39m), bronce.




Monstruos de auténtico peso

El lanzamiento de peso se convertía por méritos propios en una de las competiciones estrella del campeonato. El concurso masculino deparó la interesantísima batalla entre un descomunal campeón vigente, el norteamericano, Ryan Whiting (oro con 22.05m), el campeón en los dos últimos mundiales al aire libre, el alemán David Storl (plata con 21.79), y el doble campeón olímpico Tomasz Majewski. El polaco fue bronce hasta que en el último lanzamiento irrumpía en la fiesta un invitado inesperado: el neozelandés de 22 años Tomas Walshante el desconcierto generalizado, lanzaba 21.26m. Nadie contaba con él, y acabó por convertirse en una de las sorpresas agradables del fin de semana, derrocando del bronce al ídolo local Majewski, y consiguiendo un hito en su carrera, que, desde luego, habrá que seguir atentamente. (VÍDEO)


En las féminas, una auténtica leyenda rubricaba con letras de oro su vuelta a la competición tras medio año de ausencia. Con un palmarés de ensueño, la neozelandesa Valerie Adams prorrogaba su dominio incontestable con un lanzamiento de 20.67m, mejor marca mundial del año. A años luz, los 19.94m de la alemana Christina Schwanitz, y los 19.24m de la china Lijiao Gong. Intratable Adams, que reiteró tras su triunfo sus ganas de seguir venciendo en una disciplina en la que ejerce una auténtica tiranía desde hace ya casi un lustro y medio.



A un segundo del récord mundial


La combinada masculina iba a consistir en saber si el fabuloso Ashton Eaton sería capaz de derribar su propio récord planetario en el heptatlón. Nadie dudaba de su victoria, y tras un concurso sensacional, se plantaba en la última prueba (los 1.000m) con la posibilidad de superar sus propios 6.645 puntos. 2:34.72 para Eaton, que corrió con arrojo y valentía, pero que, por apenas un segundo, no le sirvieron para conseguir la plusmarca. Se quedaba, en el cómputo general, a escasos 13 puntos (6.632 puntos). Sensacional oro, de todas las maneras (aunque él haya declarado sentirse "decepcionado por no haber conseguido el récord"), con el bielorruso Andrei Krauchanka plata, y el belga Thomas Van der Plaetsen bronce.

Y terminamos con el pentatlón, donde una gran competición de la holandesa Nadine Broersen le valió para conseguir un merecidísimo triunfo, por delante de Brianne Theisen-Eaton, que consiguió la plata in extremis en la última prueba, siendo el bronce para la ucraniana Alina Fodorova.



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